viernes, 17 de enero de 2014

104. MIEDO AL MIEDO: TENSION EN SU PUNTO MAXIMO

La intensidad de la angustia es proporcional al significado que la situación tenga para la persona afectada; aunque ella ignore esencialmente las razones de su ansiedad.Karen Horney - Psicoanalista germano-estadounidense -
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  • Tenemos miedo cuando nos sentimos amenazados, de forma real o imaginaria, por alguien, por algo o por alguna circunstancia.
  • Puede haber diferentes grados o niveles de miedo y cada persona reaccionará de forma muy diferente al apreciar esta sensación inquietante y perturbadora.

  • Puede que el peor de los miedos sea el miedo al miedo. Llega a producir una situación paralizante y bloqueadora en la persona que lo padece.
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Tanto las personas como los animales, a lo largo de nuestra vida, y en diferentes momentos, experimentaremos una sensación llamada miedo. Según la Real Academia Española (RAE), este lo podemos definir como “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño, real o imaginario”. 

No es posible huir del miedo. Nadie puede hacerlo. Lo sufrimos porque nos sentimos amenazados, de forma real o imaginaria, por alguien, por algo o por alguna circunstancia. Si lo que nos lo produce solo es fruto de nuestra imaginación, llegamos a creérnoslo, afectando esto, por lo tanto, a nuestro estado anímico de forma que puede llegar a desencadenar una situación desagradable que nos produzca un cierto nivel de angustia o incluso de pavor. 

Luego, de lo dicho anteriormente, creo que podemos deducir con una cierta lógica, que existen diferente grados de miedo y que, por otra parte, cada persona, reaccionará de forma diferente al apreciar o notar este sentimiento un tanto inquietante y perturbador. 

Hay personas que tienen miedo: a las serpientes o reptiles, a volar en avión, a sufrir un accidente de tráfico, a comenzar la semana, es decir, a los lunes, a estar en lugares altos, a la noche o a la oscuridad, a los perros, a suspender un examen antes de realizarlo, a hablar en público, a plantear una duda a su profesor, a solicitar ayuda a un desconocido, a romper una pierna u otro miembro del cuerpo durante la práctica de algún deporte, a tener un infarto o un ictus, a mostrar su parecer durante una determinada tertulia entre amigos o compañeros, a decir no cuando alguien le pide un favor, a la muerte o a los muertos, … 

Incluso, existen miedos que para la mayoría de nosotros nos pudieran parecer ridículos. Pero, lógicamente, no al que los padece. Algunos de ellos, podrían ser los siguientes: a los libros (bibliofobia), a las novedades (cainolofobía), a las mujeres hermosas (caliginefobia), al amor (filofobia), a las termitas (isopterofobia), a la poesía (metrofobia), a los olores (olfactofobia), al olor corporal (bromidrosofobia), al frío (psicrofobia), al pelo (quetofobía), …

Por lo tanto, podemos hablar de un amplio abanico de miedos, siendo, aparentemente, unos más problemáticos y difíciles de “llevar” que otros, dependiendo del criterio y del punto de vista de cada cual. Pero, lo cierto es que, insisto, para el que padece uno de ellos, el que sea, puede suponer un problema muy grave, llegando, si es el caso, a convertirse en una fobia que podría afectar seriamente su calidad de vida y su relación con los demás y con el entorno.


No obstante, en mi opinión, nos podemos encontrar con un miedo terrible, quizás, muy superior a los ya mencionados. Me atrevería a decir que el más dañino y limitador. Se trata de un miedo paralizante, capaz de bloquearnos, de inmovilizarnos hasta tal punto que tengamos la impresión de que hemos sido anulados como personas y, en ese momento, más o menos largo, cuando ese sentimiento pavoroso se ha adueñado de nosotros, tanto psicológica como físicamente, no nos sentimos capaces de defendernos, de manejarnos sin ayuda, debido a toda una serie de impedimentos o limitaciones de tipo físico. 

Me estoy refiriendo a algo, a una sensación, de la que muy bien podríamos afirmar que su principal característica consiste en TENER MIEDO AL MIEDO. Se trata, pues, de un horrible malestar, el cual normalmente comienza a manifestarse de forma muy ligera y sin que apenas nos percatemos de ello. Suele iniciarse al encontrarnos inmersos en pensamientos y cavilaciones negativas, derrotistas, lo cual ocasiona que nos mostremos tensos y rígidos, trasladándose este hecho a cada músculo de nuestro cuerpo e impidiéndonos con ello ejercitar y mover con soltura una gran parte de nuestras articulaciones.


Lógicamente, en algún momento de nuestra vida, y debido a toda una serie de factores que no siempre son fáciles de definir, hemos pasado por una de estas desagradables experiencias por primera vez. Es terrible esa primera vez, puesto que, normalmente, crees que te vas a morir, y que estás sufriendo un infarto, debido a que notas el pulso muy acelerado, respiras de una forma muy rápida, hiperventilando, sientes una gran angustia y los latidos del corazón te golpean el pecho muy fuertemente. No existe un patrón único para quién sufra uno de estos episodios, ni en cuanto a la forma, ni por la frecuencia con la que se pueda producir, en caso de que esta se dé que, aunque no siempre, es muy probable. Lo que sí parece ser algo común es que, de repetirse, la segunda vez y siguientes, el afectado tiene miedo, mucho miedo a ese temor horrible de aquella primera y maldita vez. Revive ese momento, esos instantes de aquel episodio inicial, lo cual, incremente grandemente su nerviosismo y agitación, tanto física como mentalmente.

El nombre real con el que los profesionales de la psicología y de la psiquiatría  denominan  a cada uno de estos incidentes es ya de por sí muy clarificador: crisis de ansiedad o ataque de pánico. 

En fin, ya para finaliza, espero y deseo haber sabido explicarme con suficiente claridad. Quisiera igualmente comentar que me había propuesto redactar con gran detalle y precisión uno de estos episodios de ataques de pánico pero, al hacerlo, pude comprobar que se me hacía una entrada para el blog excesivamente extensa. De todos modos, no descarto dedicar a ello otro post y publicarlo más adelante.

Y tú, ¿qué opinas?. ¿Estás de acuerdo?.

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SIN MUSICA LA VIDA SERIA UN ERROR. - Friedrich Nietzsche -
  • Tema Musical   : Música para Relajación y Meditación
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sábado, 11 de enero de 2014

103. PADRES SI, PERO SIN RENUNCIAR A SU VIDA DE ANTES

  • Cuando tenemos un hijo, cuando un nuevo miembro llega a la familia, no acabamos de adquirir aquella mascota tan largamente esperada y deseada.
  • Es entonces, con la nueva criatura ya en casa, cuando se termina nuestra vida de “novios”, de total libertad a la hora de salir o de llegar sin ningún tipo de obligaciones. 
  • Un pequeño, como mucho, debería estar en su cunita sobre las 21:00 ó 21:30 horas. Lógicamente, en un espacio silencioso, tranquilo y apropiado.
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    Como he dicho en el post anterior, (PADRES QUE, QUIZAS, NO DEBERIAN SERLO)cuando tenemos un hijo, cuando un nuevo miembro llega a la familia, no acabamos de adquirir aquella mascota tan largamente esperada y deseada. Es muy diferente, no tiene nada que ver. A partir de ese momento, especialmente si es el primero, nos veremos en la necesidad de aplicar grandes cambios en nuestra vida. Tanto el padre como la madre. Quizás, en honor a la verdad, a la mamá le toque la mayor parte. Pero, igualmente, los padres, los varones, debemos colaborar en todo lo que sea necesario y ayudar para que el nuevo ritmo y avance familiar se produzca del modo más favorable posible para todos. 

    Un bebé asombrado ante lo que descubre
    Es entonces, con la nueva criatura ya en casa, cuando se termina nuestra vida de “novios”, de total libertad a la hora de salir o de llegar sin ningún tipo de obligaciones, de poner música o televisión con un volumen más bien alto y a cualquier hora, siempre que los vecinos nos lo permitan,…. Todo eso y muchas otras cosas, lo tenemos que dejar a un lado, ya no nos lo podemos permitir. Se han terminado. …Al menos durante unos cuantos años, hasta que él o ellos, se hagan grandecitos y ya no necesiten tantos cuidados y atenciones. 

    Pues bien, lo que he expuesto, tan elemental y de sentido común para cualquier persona normal, parece que no lo es tanto para algunas parejas que, tras la llegada de su hijo, pretender continuar con la misma vida y el mismo ritmo que tenían hasta ese momento, pudiendo llevar, incluso, con ellos, a su pequeño durante sus salidas nocturnas, sus fiestas y hasta sus bailes.

    Parece mentira, pero al hacer estas afirmaciones, lo hago con conocimiento. Es lo que veo en ciertas ocasiones, en demasiadas, durante mi trabajo, tanto por la tarde como por la noche, a altas horas de la madrugada. 

    Me considero una persona muy observadora y no se me escapa nada, especialmente, en todo aquello que guarda relación con los más peques, mi gran debilidad. Comportamientos que yo considero descabellados y de una grave irresponsabilidad por parte de los padres, me llaman mucho la atención y no suelen pasarme desapercibidos. Así, en determinadas situaciones, ante actitudes verdaderamente sangrantes y “fuera de lugar”, no puedo evitar dejarme llevar por la emoción y por sentimientos de rabia, de pena y de dolor.

    Una niña en compañía de su mamá
    Hace un par de días, de madrugada, al encontrarme trabajando, sobre las 3:40 de la madrugada, y estando estacionado en una parada de taxis, observé, al mirar por el espejo retrovisor, como un chico de unos 30 ó 35 años, se acercaba por la parte posterior del coche corriendo, muy apurado, con prisa. Al verlo, rápidamente desbloqueé las puertas, puesto que a esas horas, cuando estoy sólo, es decir, sin que haya otros taxistas en el lugar, por seguridad, suelo tenerlas bloqueadas. 

    Una vez que se introdujo en el vehículo, me indicó con gran nerviosismo que quería ir lo más rápidamente posible a un conocido pub de Oviedo, un local de ambiente nocturno. Según él, cerraban a la 4:00 A.M. y allí se había olvidado su mujer el bolso en el cual se encontraban las llaves de casa, las dos copias, las de él y las de ella. Parece ser que acababan de llegar en otro taxi a su domicilio y al intentar abrir el portal, se habían percatado de que no tenían el mencionado bolso y, por lo tanto, tampoco las llaves. Luego, no podían entrar en casa. Pero, lo peor de todo y más grave y lamentable, creo yo, es que no estaban solos. Con ellos, con la pareja, se encontraba su hijo, un bebé de solo un añito. Había pasado la noche con sus padres en aquella especie de antro, lleno de ruido y con un ambiente totalmente cargado y contaminado. Un pequeño que, como mucho, debería estar en su cunita sobre las 21:00 ó 21:30 horas. Lógicamente, en un espacio silencioso y tranquilo, apropiado para que pudiera descansar y dormir plácidamente, sin interferencias de ningún tipo.

    Pues bien, el caso es que llegamos al famoso pub sobre las 3:50 A.M. pero, ¡qué mala suerte!. Seguramente que, ante la falta de clientes lo habían cerrado unos minutos antes y al chaval no le fue posible recuperar el bolso con sus dos juegos de llaves. Regresamos pues a su domicilio y por el camino, lamentándose, me dijo que su mujer le había echado la culpa a él por no estar pendiente del dichoso bolsito pero que le había dicho que era suyo, de ella, por lo que tenía que hacerse cargo de él, que era su responsabilidad. Total, …¡lo que faltaba!. Cerca de las 4:00 de la madrugada, discutiendo y echándose la culpa uno al otro por la “desgracia” que habían tenido. Y, en medio de todo esto, un bebé, casi un recién nacido, del cual, por cierto, no se volvió a acordar. No parecía que fuese su principal preocupación. 

    Le comenté que tenía la opción de llamar a un cerrajero para que le abriese la casa pero me contestó que a aquellas horas le iban a cobrar muchísimo, que le saldría más económico pasar la noche en un hotel. Yo diría, más bien, …lo que quedaba de noche. Además, según él, debía de ir a trabajar por la mañana. Por otra parte, le hice ver que, quizás, el pub, al ser de ambiente nocturno, quizás no abriese hasta las 6:00 de la tarde.

    Las famosas llaves
    En fin, llegamos a su casa y ni rastro del niño ni de su madre. El portal estaba a oscuras, sin luz. Me imagino, creo yo, que se hubiesen quedado dormidos en el descansillo de la escalera. Lo cierto es que yo di por finalizado mi servicio y abandoné el lugar. Eso sí, no sin que antes me abonara la carrera por un importe de 11,00 €. Total, ...al fin y al cabo, no le sirvió para nada. 

    Quiero resaltar que no me estoy refiriendo aquí o criticando a parejas que puntualmente tienen algún tipo de evento (cena de empresa, la celebración de aniversario, comida de antiguos alumnos,…). Esto no solo es admisible, sino que es una costumbre muy sana y provechosa, con objeto de mantener amistades y unas buenas relaciones sociales. …Siempre y cuando dejen a los hijos con personas de su máxima confianza y, a ser posible, sin que ello altere los horarios y costumbres de los peques.

    Termino ya con una reflexión: Tener hijos, ser padres, es una tarea fácil. Cualquiera puede serlo. Sin embargo, ser un BUEN PADRE, es algo muy difícil. En el anterior post del blog (PADRES QUE, QUIZAS, NO DEBERIAN SERLO) hacía referencia a una breve cita de Michael Levine que transcribo de nuevo aquí: “Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista

    Y tú, ¿qué opinas?. ¿Estás de acuerdo?.

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    SIN MUSICA LA VIDA SERIA UN ERROR. - Friedrich Nietzsche -
    • Tema Musical   : She Believes In Me
    •  Intérprete       :Kenny Rogers
    • Año                 :
    • Género             : Country
    • Título Album     :  
    • Notas              :

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    viernes, 10 de enero de 2014

    102. PADRES QUE, QUIZAS, NO DEBERÍAN SERLO

    Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista.Michael Levine - Publicista, escritor y conferenciante estadounidense -
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    • Los niños son como esponjas. Lo copian todo, especialmente de aquellas personas que son sus principales modelos: padres y cuidadores.
    • Hay algunos padres, prefiero pensar que pocos, que no deberían serlo. Mejor, que viviesen su vida sin tener las responsabilidades que implica tener hijos.
    • He visto casos en los que los hijos (pequeños) cuidaban de sus padres, debido a que estos presentaban un lamentable y vergonzoso estado.
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    Puede que en alguna otra ocasión haya mencionado el tema que hoy pretendo traer a este espacio. No estoy seguro. Disculparme si no repaso una por una las entradas de mi blog para comprobarlo. De todos modos, de haberlo hecho, estoy seguro que sería de forma muy superficial, sin ahondar en ello. Voy a tratarlo más ampliamente, con más detalle.

    Tal vez pueda parecer que exagero con algunas de las afirmaciones que a continuación voy a exponer. No lo hago, en absoluto, os lo aseguro. Llevo trabajando en el taxi unos diez años. A lo largo de este tiempo he visto y he oído casi de todo. Durante mi jornada laboral, pocas cosas hay que puedan sorprenderme. No obstante, algunas, todavía hoy, pueden llegar a horrorizarme, a ponerme los pelos de punta. …No como taxista, como ciudadano, como un mero observador, sino, más bien, como padre. Os garantizo que en más de una ocasión, tras hacer un servicio, me he visto obligado a detener el taxi y aparcarlo durante unos momentos para reponerme y tranquilizarme, para relajarme. Para intentar "digerir" lo que acababa de ver, y hacerlo, a ser posible, sin ninguna implicación por mi parte, desde “fuera”, como de alguien ajeno, al que no le incumbe determinada situación. Pero es duro y, aún así, más de una vez me he sentido emocionado.

    Ahí van algunas afirmaciones que luego, tras algunos ejemplos, estoy seguro de que me daréis la razón:

    • A ciertos padres, cada vez estoy más convencido, deberían exigirles para ejercer como tales una titulación (titulación de padres), algo así como un carnet.
    • No vale cualquiera para ser padre. Un progenitor, debe, ante todo ser responsable, preocuparse día a día por aprender a mejorar en el cuidado y en el proceso educativo de su hijo.
    • Cuando uno tiene un hijo, no cabe duda de que la vida le cambia. Es una gran responsabilidad hacerse cargo de él, de su manutención y educación. La vida de “soltero”, de libertad, sin cargos, se ha terminado.
    • Hay que respetar a rajatabla unos determinados horarios para ese nuevo miembro que ha llegado a la familia: de comidas, de sueño, de descanso, de juegos, … No tenemos en casa una mascota (un perrito, un gatito,...). Tenemos un ser humano pequeño que requiere toda nuestra atención y cuidados y que un día será grande y, entonces, en ese momento, se comportará de acuerdo a la educación y atenciones que nosotros le hayamos dado. Padre y madre, ambos, deben llevar a cabo este trabajo, esta labor.
    • Los niños son como esponjas y hacen lo que ven, todo lo copian. Sobre todo de aquellas personas que pasan más tiempo con ellos, es decir, los padres o cuidadores.
    • No se puede entrar en contradicciones con ellos, es decir, si hacen ruido al jugar, (porque son niños, no lo olvidemos), no se les debe mandar callar a gritos, berreando. Perdón por la expresión, “ladrando”.

    En fin, podríamos seguir enumerando una gran cantidad de puntos con las obligaciones y los deberes de un padre o de una madre con sus retoños. De todos modos, creo que ya son suficientes para comprender los casos que a continuación voy a tratar de relatar.

    Hace un tiempo recibí una llamada para recoger a un cliente en una determinada zona de Oviedo, en las proximidades de un colegio. Al acudir, se me subieron al taxi una chica de unos 30 años con una niña, sin duda alguna su hija, de unos 10. Pronto me di cuenta que la madre, por el olor que desprendía, y por su comportamiento ( su tono de voz, su risa sin motivo,…) que estaba bebida, con una gran borrachera. Debería ocurrir al revés pero, curiosamente, pronto percibí que la niña cuidaba de su madre, estaba pendiente de ella, ayudándole en todo momento. A la hora de pagarme el servicio, le echó una mano para sacar el monedero de su bolso y para darme las monedas, puesto que ella, la adulta, no acertaba a cogerlas. ¡Lamentable!. Desde luego,  no era la primera vez que ocurría, puesto que se veía que la niña se daba perfectamente cuenta de la situación de su madre a pesar de su corta edad. Insisto: la hija ( la niña de 10 años ) cuidaba a su progenitora. ¡El mundo al revés!.

    Hace unos días, recogí en una sidrería muy conocida de Oviedo a una señora con un chico, su hijo, de unos 15 años. Exactamente igual que el caso anterior. El muchacho pendiente en todo momento de asistir a su madre. Al llegar a su domicilio, observé que se iba tambaleando hacía el portal. Mientras, yo abriendo las cuatro ventanillas para airear el interior del taxi y que desapareciese aquel desagradable tufo que me había dejado en el coche.
     

    Aunque cueste trabajo creerlo, y pido disculpas por si alguien se pudiera sentir ofendido al contar esto aquí, en más de una ocasión he llevado a un padre con su hijo preadolescente a un night club, coloquialmente y, para que todos nos entendamos, a un puticlub. Recuerdo el caso de un señor que comenzó a contarme por el camino, como muy orgulloso, lo que iban a hacer y por qué tenían que llevarlo a cabo. Según él, pretendía enseñarle al chico los secretos del sexo, del "amor", lo que había que hacer al estar con una mujer y como tenía que comportarse con ella. Pero para eso, era mejor, según me decía, que se iniciase con una profesional. Ellas, me dijo, son las que más saben de eso. Seguro, me prometió, sale de allí hecho todo un hombre. 

    Esto, me pregunto yo, ¿es ser un padre?. ¿Cómo puede alguien que se dice "padre" hacer estas barbaridades?. A algunos como a este deberían prohibirles ser eso, padres. Yo, personalmente, para mí, este sujeto solo tiene un nombre: ES UN AUTENTICO ANIMAL.

    En ocasiones, es  mejor no tener descendencia que tratar a los hijos mal o tenerlos abandonados a su suerte, sin ocuparse de ellos. Incluso, darlos en adopción,puede ser una opción muy acertada. Insisto, aunque suene muy duro, hay padres que ni merecen serlo, ni deberían serlo. Lo que os he contado es lo que he visto y oído a lo largo de los últimos años durante mi trabajo. No creáis que exagero. Más bien, todo lo contrario; en algunos aspectos me he quedado corto, puesto que hay cierto detalles que no me atrevo a ni a contar. 

    En la próxima entrada de este blog, relataré una terrible anécdota, totalmente irresponsable, de juzgado de guardia, por parte de una pareja, con su bebé de un año. Me ocurrió hace dos días hacía las 4:00 A.M.
     
    Y tú, ¿qué opinas?. ¿Estás de acuerdo?.

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    SIN MUSICA LA VIDA SERIA UN ERROR. - Friedrich Nietzsche -
    • Tema Musical   : Mi Querido Mi Viejo Mi Amigo
    •  Intérprete       :Roberto Carlos
    • Año                 :
    • Género             : Pop
    • Título Album     :  
    • Notas              : Canción que R.Carlos dedicó a su padre

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    martes, 7 de enero de 2014

    101. LOS PEQUEÑOS DETALLES Y SUS RECUERDOS

    Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea.PauloCoelho - Novelista, dramaturgo y letrista brasileño -
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    • Todos nuestros recuerdos están ahí, forman parte de nosotros, de nuestra integridad como personas. No es posible desprenderse de ellos, por más que lo deseemos.
    • Gracias a los recuerdos y a los acontecimientos vividos, nos iremos forjando y fortaleciendo como personas a través de los años.  
    • Pequeñas vivencias, aparentemente sin importancia, puede que sean las que más permanecen en el tiempo y las que con más agrado se recuerdan
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    No cabe duda de que nosotros, los seres humanos, sin excepciones, tenemos un gran número de recuerdos relacionados con nuestra infancia, con nuestra niñez. Unos, tal vez agradables y atrayentes. Otros, sin embargo, quizás amargos y penosos, de esos que, si dependiera de nuestra propia voluntad, los hubiésemos arrojado, sin dudarlo ni siquiera por un instante, al  “baúl de los olvidos”. Incluso, puede que unos cuantos sean traumatizantes y angustiosos, auténticas pesadillas, causantes de profundas heridas abiertas y sangrantes, posiblemente perpetuadas a lo largo de los años.

    Pero todos, absolutamente todos nuestros recuerdos están ahí, forman parte nosotros mismos, de nuestra integridad como personas. No nos es posible desprendernos  de ellos. Algunos, puede, incluso, que se encuentren en una especie de letargo, adormecidos, capaces de hacerse notar y de regresar a nuestra memoria tras un determinado acontecimiento o suceso espontáneo, repentino. Junto con las distintas vivencias y experiencias acumuladas, ejercerán, creo yo, una extraordinaria influencia en nuestra personalidad, en nuestro desarrollo y en nuestra forma de ser y de comportarnos a lo largo de la vida. Gracias a ellos, a esos recuerdos y sucesos, nos iremos forjando y fortaleciendo como personas a través de los años, convirtiéndonos así en seres únicos, diferenciados de los demás.

    Permitirme, pues, a través de este espacio, compartir con vosotros una pequeña vivencia acontecida durante mi infancia y, la cual, solía repetirse a principios de cada año. La verdad que, al recordarla, no puedo más que experimentar, percibir, grandes sentimientos de agrado y de satisfacción. No se trata de un hecho o acontecimiento grandioso e impresionante, fuera de lo común. Todo lo contrario. Más bien, de algo sencillito, aparentemente  “poquita cosa”, sobre todo si lo observamos desde un punto de vista actual, desde la distancia en el tiempo.

    Por aquella época, los niños ya disfrutábamos de dos periodos al año durante los cuales éramos inmensamente felices: uno era la Navidad y el otro, el verano. Ambos representaban, para nosotros, unas maravillosas vacaciones, es decir, sin clases, sin deberes, sin escuela,… ¡Vamos, una auténtica pasada!. Además, durante las Fiestas Navideñas, teníamos la esperanza de que los Reyes Magos se creyesen que nos habíamos portado como unos auténticos angelitos y se acordasen de nosotros a la hora de repartir los regalos por las casas. Eran tiempos en los cuales no había mucha abundancia, sin los grandes presupuestos que podemos ver ahora, tanto a nivel familiar como institucional, pero, en fin, …al ser magos, el dinero no parecía ser un problema. Ellos, siempre terminaban por arreglárselas y, año tras año, …seguro, seguro, regresaban cargados con sus camellos desde Oriente.

    Por suerte, todavía no habíamos sido invadidos por Papá Noel ni por Santa Claus, por lo que los Reyes Magos contaban con la total exclusividad. No tenían competencia, lo que les dejaba cierto margen de maniobra a la hora de organizarse y de desempeñar bien su trabajo.

    Pues bien, ya a punto de finalizar las Navidades y, por lo tanto las vacaciones, el 6 de Enero, todos los niños acudíamos a misa de 11,00 con más ilusión y alegría que de costumbre. Es más, estoy seguro de que  ese era el día festivo del año en el cual se podía ver más chicos y chicas en la iglesia. La razón era que, tras la finalización del oficio religioso, íbamos pasando uno a uno por la sacristía, donde las catequistas nos obsequiaban con una pequeña bolsita de caramelos. Era nuestro regalo de Reyes. Como solían sobrar, habitualmente algunos de nosotros nos marchábamos  con alguna bolsita extra. Yo, desde luego con una sola o con más, llegaba a casa más contento que unas castañuelas.

    Visto así, hoy, desde la distancia en el tiempo, parece totalmente ridículo y absurdo. ¡Una simple bolsita de caramelos!. No obstante, yo recuerdo que estaba pendiente de aquel acontecimiento desde varios días antes. Me encontraba totalmente ilusionado y deseoso de que ese momento, por fin, llegase.

    El único y auténtico responsable de todo aquello era D. José María, el ya por entonces cura párroco de Valdepares. Él era el encargado de alegrarnos aquella jornada y, al menos durante ese día, los niños disfrutábamos, nos entusiasmábamos. Posiblemente acudíamos más contentos y con más alegría que nunca a oír misa.  

    En ocasiones, las pequeñas cosas, las poco importantes, las que para algunos, puede que pasen desapercibidas, quizás, para otros, son las que más se recuerdan, las más trascendentales. Los buenos detalles, las desinteresadas acciones de alguien, los favores de quien no tiene por qué hacerlos, que simplemente quiere ayudar, sin esperar nada a cambio. …Eso, eso es de agradecer. …Y de recordar siempre, con gran admiración y respeto.

    Y tú, ¿qué opinas?. ¿Estás de acuerdo?.

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    SIN MUSICA LA VIDA SERIA UN ERROR. - Friedrich Nietzsche -
    • Tema Musical   : Yes Sir I Can Boogie
    •  Intérprete       : Baccara
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    • Género             : Pop
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