viernes, 17 de enero de 2014

104. MIEDO AL MIEDO: TENSION EN SU PUNTO MAXIMO

La intensidad de la angustia es proporcional al significado que la situación tenga para la persona afectada; aunque ella ignore esencialmente las razones de su ansiedad.Karen Horney - Psicoanalista germano-estadounidense -
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  • Tenemos miedo cuando nos sentimos amenazados, de forma real o imaginaria, por alguien, por algo o por alguna circunstancia.
  • Puede haber diferentes grados o niveles de miedo y cada persona reaccionará de forma muy diferente al apreciar esta sensación inquietante y perturbadora.

  • Puede que el peor de los miedos sea el miedo al miedo. Llega a producir una situación paralizante y bloqueadora en la persona que lo padece.
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Tanto las personas como los animales, a lo largo de nuestra vida, y en diferentes momentos, experimentaremos una sensación llamada miedo. Según la Real Academia Española (RAE), este lo podemos definir como “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño, real o imaginario”. 

No es posible huir del miedo. Nadie puede hacerlo. Lo sufrimos porque nos sentimos amenazados, de forma real o imaginaria, por alguien, por algo o por alguna circunstancia. Si lo que nos lo produce solo es fruto de nuestra imaginación, llegamos a creérnoslo, afectando esto, por lo tanto, a nuestro estado anímico de forma que puede llegar a desencadenar una situación desagradable que nos produzca un cierto nivel de angustia o incluso de pavor. 

Luego, de lo dicho anteriormente, creo que podemos deducir con una cierta lógica, que existen diferente grados de miedo y que, por otra parte, cada persona, reaccionará de forma diferente al apreciar o notar este sentimiento un tanto inquietante y perturbador. 

Hay personas que tienen miedo: a las serpientes o reptiles, a volar en avión, a sufrir un accidente de tráfico, a comenzar la semana, es decir, a los lunes, a estar en lugares altos, a la noche o a la oscuridad, a los perros, a suspender un examen antes de realizarlo, a hablar en público, a plantear una duda a su profesor, a solicitar ayuda a un desconocido, a romper una pierna u otro miembro del cuerpo durante la práctica de algún deporte, a tener un infarto o un ictus, a mostrar su parecer durante una determinada tertulia entre amigos o compañeros, a decir no cuando alguien le pide un favor, a la muerte o a los muertos, … 

Incluso, existen miedos que para la mayoría de nosotros nos pudieran parecer ridículos. Pero, lógicamente, no al que los padece. Algunos de ellos, podrían ser los siguientes: a los libros (bibliofobia), a las novedades (cainolofobía), a las mujeres hermosas (caliginefobia), al amor (filofobia), a las termitas (isopterofobia), a la poesía (metrofobia), a los olores (olfactofobia), al olor corporal (bromidrosofobia), al frío (psicrofobia), al pelo (quetofobía), …

Por lo tanto, podemos hablar de un amplio abanico de miedos, siendo, aparentemente, unos más problemáticos y difíciles de “llevar” que otros, dependiendo del criterio y del punto de vista de cada cual. Pero, lo cierto es que, insisto, para el que padece uno de ellos, el que sea, puede suponer un problema muy grave, llegando, si es el caso, a convertirse en una fobia que podría afectar seriamente su calidad de vida y su relación con los demás y con el entorno.


No obstante, en mi opinión, nos podemos encontrar con un miedo terrible, quizás, muy superior a los ya mencionados. Me atrevería a decir que el más dañino y limitador. Se trata de un miedo paralizante, capaz de bloquearnos, de inmovilizarnos hasta tal punto que tengamos la impresión de que hemos sido anulados como personas y, en ese momento, más o menos largo, cuando ese sentimiento pavoroso se ha adueñado de nosotros, tanto psicológica como físicamente, no nos sentimos capaces de defendernos, de manejarnos sin ayuda, debido a toda una serie de impedimentos o limitaciones de tipo físico. 

Me estoy refiriendo a algo, a una sensación, de la que muy bien podríamos afirmar que su principal característica consiste en TENER MIEDO AL MIEDO. Se trata, pues, de un horrible malestar, el cual normalmente comienza a manifestarse de forma muy ligera y sin que apenas nos percatemos de ello. Suele iniciarse al encontrarnos inmersos en pensamientos y cavilaciones negativas, derrotistas, lo cual ocasiona que nos mostremos tensos y rígidos, trasladándose este hecho a cada músculo de nuestro cuerpo e impidiéndonos con ello ejercitar y mover con soltura una gran parte de nuestras articulaciones.


Lógicamente, en algún momento de nuestra vida, y debido a toda una serie de factores que no siempre son fáciles de definir, hemos pasado por una de estas desagradables experiencias por primera vez. Es terrible esa primera vez, puesto que, normalmente, crees que te vas a morir, y que estás sufriendo un infarto, debido a que notas el pulso muy acelerado, respiras de una forma muy rápida, hiperventilando, sientes una gran angustia y los latidos del corazón te golpean el pecho muy fuertemente. No existe un patrón único para quién sufra uno de estos episodios, ni en cuanto a la forma, ni por la frecuencia con la que se pueda producir, en caso de que esta se dé que, aunque no siempre, es muy probable. Lo que sí parece ser algo común es que, de repetirse, la segunda vez y siguientes, el afectado tiene miedo, mucho miedo a ese temor horrible de aquella primera y maldita vez. Revive ese momento, esos instantes de aquel episodio inicial, lo cual, incremente grandemente su nerviosismo y agitación, tanto física como mentalmente.

El nombre real con el que los profesionales de la psicología y de la psiquiatría  denominan  a cada uno de estos incidentes es ya de por sí muy clarificador: crisis de ansiedad o ataque de pánico. 

En fin, ya para finaliza, espero y deseo haber sabido explicarme con suficiente claridad. Quisiera igualmente comentar que me había propuesto redactar con gran detalle y precisión uno de estos episodios de ataques de pánico pero, al hacerlo, pude comprobar que se me hacía una entrada para el blog excesivamente extensa. De todos modos, no descarto dedicar a ello otro post y publicarlo más adelante.

Y tú, ¿qué opinas?. ¿Estás de acuerdo?.

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SIN MUSICA LA VIDA SERIA UN ERROR. - Friedrich Nietzsche -
  • Tema Musical   : Música para Relajación y Meditación
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Así Pienso. Así te lo he contado. … En Breve,
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Paco Fernández