Estos días, en El Congreso de los Diputados,
están debatiendo la posibilidad de suprimir, por ley, los indultos a
todas aquellas personas que hayan sido condenadas por delitos de
corrupción. También, por pederastia, malos tratos o violaciones.
Según se dice, debido, fundamentalmente, a la alarma social
que estos hechos despiertan en la ciudadanía. Me parece muy bien que
los señores políticos, nuestros representantes, dediquen todo su
tiempo y energías a legislar para que determinados delincuentes no
gocen de la gracia del un indulto. Pero, yo me pregunto, ¿por qué a
estos, a este tipo de delincuentes?. ¿Y los demás reclusos?. ¿No
somos todos igual ante la ley?.
En primer lugar, lo de "alarma social" es un concepto demasiado complejo para mi entender, que se le escapa a mi pobre inteligencia. No comprendo como, un delito, puede tener diferente persecución o trató, dependiendo de dicha alarma, es decir, del escándalo que el hecho delictivo, en si mismo, esté provocando en la ciudadanía, así como del reproche que ésta sientan hacia ello. ¿Cómo es posible que un acto cometido ahora por un infractor, deje de ser considerado del mismo modo un tiempo después, simplemente porque "ya no despierta la misma alarma social"?. No se entiende.
Las leyes, todas, están para ser cumplidas. Cada uno de nosotros debe asumir sus responsabilidades, teniendo presente que, si se las salta, la justicia emprenderá acciones contra el. Independientemente del delito cometido, de su gravedad. Se trata de aplicar y hacer cumplir la ley, una ley sobradamente debatida y aprobada en su momento. Otra cosa diferente es que existan – y, realmente, existen – leyes demasiado antiguas, propias de otros tiempos y que sea necesario actualizarlas a la época actual.
No es comprensible que algún cargo público que hace bien poco se enarbolaba como el Robin Hood del siglo XXI, asaltando – incluso con violencia – supermercados, continúe en la calle y en el mismo puesto, un puesto político. Él, que debería ser el primero en cumplir y hacer cumplir las leyes. Es su obligación, la de cualquiera que ocupa un cargo como el suyo. Eso, para mí, eso sí que es un auténtico escándalo, no sólo a nivel nacional, sino internacional.
Insisto, las leyes se aprueban y se redactan para ser cumplidas por todos.
Es mi opinión. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Tanto, en un sentido como en otro, agradezco cualquier comentario, lo cual, seguramente, será enriquecedor para mí. Muchas gracias por leerme y un fuerte abrazo. Hasta la próxima entrada, espero que de interés para todos.
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Paco Fernández