Militar rescatando a un niño |
Como si de una broma pesada se tratara, muchos tienen la desgracia de nacer en un lugar no deseable. Tal vez, en un campo para refugiados o en un país que se encuentre inmerso en una contienda bélica, cuyo final, es muy posible que no se produzca, ni a corto, ni a medio plazo. Las guerras actualmente existentes, no son, únicamente, las que, a diario, abren los noticiarios de los medios de comunicación. Algunas, caídas en el olvido, ni siquiera se las menciona de vez en cuando. Se han alargado excesivamente en el tiempo y ya no se les presta atención. Han ido surgiendo otras nuevas que despiertan más interés.
En el fondo, las guerras - tanto civiles, como las que se producen entre distintos países -, se originan por el deseo de poder de sus gobernantes, por sus ansias de acaparar cosas o territorios. Es decir, por el egoísmo del ser humano, un egoísmo que no conoce límites. Por los dichosos intereses de los implicados. Y, lamentablemente, dichos intereses, son situados a un nivel muy superior a la propia vida de las personas.
Los más perjudicados son los de siempre, “los de más abajo”, la población civil y, dentro de esta, indudablemente, los más vulnerables, es decir, los niños. Así de dramático y doloroso. Me atrevería a decir que, hasta para nacer, se necesita tener suerte. Qué bueno sería que cada uno de nosotros pudiéramos elegir el lugar en el cual deseásemos venir a este mundo. Pero, al menos de momento, eso no es posible y dudo que la humanidad avance tanto como para llegar a lograrlo.
No nos engañemos. Mejor dicho, no nos dejemos engañar. Todo el mundo pierde en una guerra, nadie gana. Cualquier contienda supone una tragedia, una tragedia para nuestra comunidad, entendiendo como tal, la raza humana, la sociedad en general. Y, como decía, los más perjudicados, los que, desde su nacimiento, se acostumbran al paso de carros de combate y hombres armados. Se ven obligados a escapar con sus familias - si las tienen - o a buscar refugio huyendo de los bombardeos. Son los niños, a los que se les priva de la infancia y todo lo que ésta conlleva: los juegos, una enseñanza de calidad, el disfrute de la familia,... Sin olvidarnos, por supuesto, de los desplazamientos, de la pérdida de sus seres queridos - quedando, casi siempre, huérfanos - o siendo ellos mismos heridos y sufriendo la amputación de uno o varios miembros. Muchas veces, perdiendo la vida. En un sentido amplio, para mí, todo esto entra dentro de lo que los organismos internacionales han dado en llamar "crímenes de guerra".
En el fondo, las guerras - tanto civiles, como las que se producen entre distintos países -, se originan por el deseo de poder de sus gobernantes, por sus ansias de acaparar cosas o territorios. Es decir, por el egoísmo del ser humano, un egoísmo que no conoce límites. Por los dichosos intereses de los implicados. Y, lamentablemente, dichos intereses, son situados a un nivel muy superior a la propia vida de las personas.
Los más perjudicados son los de siempre, “los de más abajo”, la población civil y, dentro de esta, indudablemente, los más vulnerables, es decir, los niños. Así de dramático y doloroso. Me atrevería a decir que, hasta para nacer, se necesita tener suerte. Qué bueno sería que cada uno de nosotros pudiéramos elegir el lugar en el cual deseásemos venir a este mundo. Pero, al menos de momento, eso no es posible y dudo que la humanidad avance tanto como para llegar a lograrlo.
No nos engañemos. Mejor dicho, no nos dejemos engañar. Todo el mundo pierde en una guerra, nadie gana. Cualquier contienda supone una tragedia, una tragedia para nuestra comunidad, entendiendo como tal, la raza humana, la sociedad en general. Y, como decía, los más perjudicados, los que, desde su nacimiento, se acostumbran al paso de carros de combate y hombres armados. Se ven obligados a escapar con sus familias - si las tienen - o a buscar refugio huyendo de los bombardeos. Son los niños, a los que se les priva de la infancia y todo lo que ésta conlleva: los juegos, una enseñanza de calidad, el disfrute de la familia,... Sin olvidarnos, por supuesto, de los desplazamientos, de la pérdida de sus seres queridos - quedando, casi siempre, huérfanos - o siendo ellos mismos heridos y sufriendo la amputación de uno o varios miembros. Muchas veces, perdiendo la vida. En un sentido amplio, para mí, todo esto entra dentro de lo que los organismos internacionales han dado en llamar "crímenes de guerra".
Pequeña rindiéndose en un campo de refugiados |
Me ha impactado enormemente la aparición en las redes sociales, hace unos días, de la imagen adjunta. Se trata de una niña en un campo de concentración situado en Siria, a pocos kilómetros de la frontera con Turquía, levantando las manos, como señal de rendición. La escena sucedió hace ocho años, cuando ella tenía cuatro. Su aspecto, la expresión de su carita, mordiéndose los labios, es la de estar aterrada, al confundir a un fotógrafo que realizaba su trabajo con cámara y teleobjetivo, ...al confundirlo, decía, con un hombre armado. Pensemos que, como esa pequeña, - hay millones de niños en el mundo. Millones, de los que raramente se habla y, cuyo "compañero de viaje" por esta vida – más o menos corta -, es el dolor, el sufrimiento. Como decía, son niños a los que se les despoja por completo, se les arrebata absolutamente todo, incluso su propia vida. Y, eso, por culpa de unos adultos descerebrados y sin escrúpulos, totalmente egoístas, que sólo piensan en sus intereses, manteniendo un total desprecio por lo demás. La vida de los otros, también. Además, ...muy raramente tienen castigo. Por lo tanto, conociendo esto, no podemos más que pensar que, para gran cantidad de gente, la vida, es una auténtica CABRONADA, por no decir algo menos fino. ¡Qué afortunados deberíamos sentirnos el resto!. Nosotros, sí que tenemos VIDA - de buena calidad -, vida con mayúsculas.
Es mi opinión.
Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Tanto, en un sentido como en
otro, agradezco cualquier comentario, lo cual seguramente será
enriquecedor para mí. Muchas gracias por leerme y un fuerte abrazo.
Hasta la próxima entrada, espero que de interés para todos.
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Paco Fernández