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domingo, 24 de abril de 2016

164. NO SOLO INCÍVICO, TAMBIÉN ESTÚPIDO

Hay que ser, además de maleducado - incívico -, ...un perfecto estúpido.

Módulo de un taxi
Lo he visto en demasiadas ocasiones: noche de fiesta, para algunos; para otros, de trabajo. Se acerca un taxi, no a demasiada velocidad, y alguien cruza la calle, paseándose por delante del vehículo, sin prisas, adoptando una actitud provocadora, obligando al taxista a frenar, a veces, no sin cierto riesgo. El sujeto mira por el rabillo del ojo, esbozando una socarrona sonrisa. Por la expresión de su cara parece decir algo así : "¡cómo 'mola' ver el careto del puto taxista!. ...¡Que se joda!". El que así se comporta, aparte de ser un simple 'desecho humano', es estúpido, porque su estupidez puede resultarle muy cara, a él, no al 'puto' taxista. Después de unos 14 años, ya nada me sorprende. Esto es sólo un ejemplo. Puesto que estos días se está celebrando el IV centenario de la muerte de Cervantes, bien podríamos decir, como D. Quijote: "cosas veredes, amigo Sancho". Yo he visto casi de todo. Digo casi porque siempre encuentro quien me sorprenda con algo más disparatado e irracional, algo nuevo.

Lo que aquí he narrado, aunque pudiera parecer una película de miedo, no lo es; se trata del día a día, noche a noche. Sus protagonistas, serán los 'más' adultos del mañana. Los 'más', porque ya son adultos hoy, aunque no se comporten como tales. Llevan la palabra "provocador" cincelada en la frente. Una persona, para ser adulta, entre otras muchas cosas, ha de actuar con responsabilidad y con respeto, ...con mucho respeto hacía los demás. Por supuesto, no estoy generalizando.

miércoles, 11 de marzo de 2015

129. LA INGENUIDAD DEL PODEROSO

- Soy muy rico, amigo. A lo largo de los últimos años, desde mi salida de Asturias, he ido acumulando una considerable fortuna. Pero, lamentablemente, estoy sólo, sin nadie. No tengo hijos, no sé a quién dejársela el día que yo me muera. Quédate con mi nombre, porque mi fama irá en aumento, te lo aseguró. En los próximos años, oirás hablar mucho de mí. Las televisiones de medio mundo se pelearán por conseguir, en primicia, una entrevista conmigo.

Lo escrito anteriormente, corresponde a parte de lo que, en cierta ocasión, hace unos diez años, me comentó un cliente. Se encontraba en Asturias, de donde había partido durante su juventud en busca de nuevas oportunidades. De todos modos, la "tierrina tira". Le agradaba regresar al menos una vez al año, aunque sólo fuese por unos días. Me dijo, igualmente, su nombre y apellidos, además de su lugar de residencia, donde ejercía su profesión inmerso por completo en el mudo de los negocios, en un sector, sin lugar a dudas, enormemente competitivo – según sus propias palabras -, pero muy, muy rentable.

Es importante aclarar que este buen hombre se encontraba ligeramente bebido y se le veía contento, bastante alegre. Animado y extrovertido, tal vez, en exceso. Me pareció muy simpático, buena gente y de trato sincero y agradable.

Desde un primer momento, conocedor de la ciudad y de su ambiente, estaba perfectamente seguro del lugar al que quería ir, de dónde encontraría la mejor diversión a altas horas de la madrugada. Ya, al introducirse en el taxi, me saludó educadamente, con gran cortesía y me indicó que le llevase a un reputado club de Oviedo, a un puticlub. Deseaba pasárselo bien, en un local lleno de chicas, capaces de alegrarle el fin de semana. Eso le ayudaría – según me manifestó - a regresar a su rutina diaria, al otro lado del mundo, con nuevos ánimos, con aires renovados.

No es mi intención abordar en esta entrada su modo de divertirse, de si moralmente está bien o mal su proceder o muchos otros aspectos que pertenecen a la privacidad de este señor. Se trata de su vida. Por suerte, aunque algunos discrepen conmigo, España es un país en el que existen las libertades. Cada uno de nosotros tenemos la posibilidad de elegir lo que de verdad deseamos hacer con nuestra existencia. Hay varios caminos posibles y todos disponemos del derecho de avanzar por unos o por otros, respetando siempre a los demás y cumpliendo las leyes que se encuentren vigentes. Es una elección personal,  que solo concierne a cada cual, de manera individual. No somos quienes, no tenemos derecho a juzgar los comportamientos ajenos.

Lo que sí quiero destacar aquí es su gran ingenuidad, la de un hombre de mundo, con grandes y ricas experiencias, de un elevado nivel cultural, miembro de varios consejos de administración y presidente de uno de ellos. Con sus conocimientos, con su posición social, no es fácil entender cómo pudo hablar tan a la ligera y dar tanta información sobre sí mismo, sobre su vida, a un taxista, a una persona que acaba de conocer. No sabía absolutamente nada de mí. Pudiera darse el caso de que yo fuese un tipo sin escrúpulos, capaz de secuestrarle, de idear alguna clase de plan maquiavélico, quizás, en connivencia con una prostituta – grabándole, por ejemplo - con el objeto de chantajearle o arruinarle la vida o la reputación. Todo ello, por beberse unas copas y disfrutar de una noche de juerga.

Al llegar a mi casa, con su nombre y apellidos, además de su cara, buscando en Internet, averigüe muchos más datos sobre él. Era cierto. No me había mentido, ni lo más mínimo. No se trataba de un fanfarrón, sino de un hombre muy importante, enormemente influyente en todo un continente, introducido en grandes y lucrativos negocios. Lo de llegar a ser tan famoso, hasta el punto de que se lo disputasen las cadenas de televisión, no creo que lo haya conseguido. De todos modos, aún está a tiempo. Actualmente, a pesar de ser una persona bastante mayor, continua estando muy activo y trabajando duramente. Ojalá consiga encontrar aquello que busca. Se lo deseo de todo corazón. 

Es mi opinión. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Tanto, en un sentido como en otro, agradezco cualquier comentario, lo cual seguramente será enriquecedor para mí. Muchas gracias por leerme y un fuerte abrazo. Hasta la próxima entrada, espero que de interés para todos.

miércoles, 21 de agosto de 2013

90. ¡NO GENERALICEMOS!. TAMPOCO CON LOS TAXISTAS

En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.”,  Nicolas Maquiavelo - Historiador, político y teórico italiano -
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  • Tras diez años trabajando en el taxi, uno tiene anécdotas agradables y desagradables. Algunas protagonizadas por taxistas y otras por clientes.
  • Para trabajar de cara al público, atendiendo las necesidades de nuestros semejantes, a algunas personas como los protagonistas principales de esta entrada, quizás sería bueno realizarles un estudio psicológico muy a fondo.
  • Para ser un buen profesional, en cualquier campo, primero es necesario ser buena persona y luego trabajar como si uno lo estuviera haciendo para sí mismo.
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Como ya he comentado en alguna otra ocasión, me dedico a conducir un taxi en la ciudad de Oviedo. Desde hace unos diez años. Durante todo este tiempo, han sido innumerables la cantidad de anécdotas que he vivido, de las cuales, unas veces fui un simple testigo y otras, para bien o para mal, con gusto o muy a mi pesar, uno de los protagonistas.

Puede que, lo que a continuación me dispongo a describir, no sea del agrado de alguno de mis compañeros de profesión pero, igualmente y, a pesar de ello, voy a intentar narrarlo de la forma más clara y precisa posible. ¡Creerme, por favor!; hubiera deseado no tener que hacerlo. Me limito, únicamente, a contar, a escribir aquello que yo mismo vi y oí, lo que presencié. No me lo han dicho. Fui testigo y, en cierto modo, protagonista de ello.

La Regenta con La Catedral
Quisiera comentar, antes de nada, que aquí, en Oviedo, existen las paradas de taxis. No todas las ciudades las tienen. Los taxistas, tras finalizar un servicio, solemos acudir a una de ellas, normalmente a la que se encuentra más próxima. Allí nos vamos colocando por riguroso orden de llegada. Puede ser que sea en línea, si la parada tiene esta distribución (la gran mayoría), o en batería, en cuyo caso preguntamos a los compañero quien llegó el último para conocer en qué orden nos toca alquilar a un cliente que solicite un servicio.

Por otra parte, en esta ciudad somos unos 600 trabajadores del taxi. No es de extrañar que en un colectivo tan numeroso haya un poco “de todo”: algunos (la inmensa mayoría) nos dedicamos a desempeñar nuestras funciones de una forma correcta y totalmente profesional. Somos amables y atentos con los clientes, les damos conversación si ellos nos la solicitan, ayudamos en lo que podemos, especialmente a la gente mayor, etc. Como debe ser. Estamos de cara al público y vivimos de ellos. Sin embargo, existe una minoría, muy pocos, que no actúan de igual modo. Se portan pésimamente con quienes les van a pagar, en ocasiones, quizás les cobren lo que no deben, les dan malas contestaciones, etc. Se creen que están haciendo un favor al cliente, cuando, en realidad, es al revés. Esta forma de actuar, además de demostrar que son malos profesionales, prueba que, como personas, tampoco hay mucho a qué acogerse. Insisto, deseo que quede muy claro: la gran mayoría de taxistas, prácticamente todos, no solo no compartimos estas conductas nada éticas de nuestros compañeros, sino que las reprobamos por completo.


Sucedió hace unos tres o cuatro años. En la madrugada de un fin de semana cualquiera, sobre las 4 ó 5 A.M. Aquella noche había mucho ambiente en las calles, en los bares, especialmente en el casco antiguo. Por lo tanto, el trabajo que teníamos era cuantioso. Un grupo de taxistas nos encontrábamos charlando animadamente, esperando en una parada para ser alquilados. De pronto, se presentó una chica joven, de unos 20 años. Se dirigió a nosotros y preguntó que con quién iba. Uno de los que allí estaba, con una gran chulería y de forma muy maleducada, le contestó, entre una serie de palabras malsonantes, que con él, que si no le valía. La chica, por la forma de responderle, no es de extrañar que tuviera dudas sobre si realmente era a él a quien le tocaba e insistió de nuevo. Ese fue su enorme y único error. 

Noche de fiesta en el casco antiguo
A partir de este desafortunado instante, aquel sujeto, comenzó a insultarla y a decirle cosas de forma totalmente grosera, humillante y con un enorme desprecio. Por supuesto, no voy a reproducir aquí aquellas vulgares y soeces palabras. Esta, la chica, se quedó sobrecogida ante la reacción del taxista que, por otra parte, ni siquiera la conocía. Parecía no saber muy bien qué hacer. Mi impresión fue que estaba asustada y no daba crédito a lo que le estaba sucediendo, allí, de repente, en muy poco tiempo. Al fin y al cabo, ella sólo deseaba tomar un taxi para irse a su casa a descansar…Y, ¡vaya por Dios!; había tenido la mala suerte de toparse con aquel energúmeno que no la quería llevar y, encima, la insultaba, la “machacaba” y se metía con ella. Quisiera resaltar que era una joven muy educada y amable; tampoco se le apreciaban signos de haber bebido alcohol.  

El caso es que, …encima, por si con uno no era suficiente, se sumó a las descalificaciones e insultos otro de los taxistas que allí se encontraba. Los dos, por igual, llevaron a cabo un acto de verdadero maltrato psicológico, de vandalismo completamente irracional y merecedor de la máxima repulsa y el absoluto rechazo de cualquier persona de bien, de cualquier persona “normal”. Observando actitudes como esta, me convenzo más de que a algunos deberían prohibirles realizar trabajos que requieran un trato con el público, con sus semejantes. A estos dos, en mi opinión, tendrían que retirarles de por vida el carnet de taxista. No están APTOS para ejercer como tales. De ello debería ocuparse el Ayuntamiento, que para eso tiene las competencias en esa materia. 

Tras unos momentos de duda e incredulidad por mi parte, me dirigí entonces a la chica y le dije que, aunque no me tocaba alquilar, si ella quería, la llevaba. Se quedó fijamente mirándome, con cara de sorpresa y asustada. Su expresión denotaba una gran desconfianza, mucho recelo. Por lo tanto, yo, a la vez que abría la puerta del coche, le insistí:

Módulo sobre un taxi de Oviedo

- ¡Confía en mí, mujer!. Si quieres marcharte de aquí, te puedo llevar 

Accedió entonces a ello. Apenas se había sentado en la parte trasera del taxi, tras indicarme su dirección, rompió a llorar. Como una desconsolada. Sinceramente, creo que, como jamás había visto llorar a nadie. Estaba derrumbada, abatida psicológicamente después de aquel trance por el que había pasado, sin buscárselo. Durante un rato, decidí mantenerme en silencio, sin pronunciar ni una sola palabra. Tampoco se me ocurría qué decirle para tranquilizarla. En aquel momento no me pareció oportuno tratar de convencerla de que no todos los taxistas éramos de aquella manera.

Insisto, una vez más: “la inmensa mayoría de nosotros, no nos comportamos nunca de ese modo. Todo lo contrario; trabajábamos de forma honrada y siempre tenemos una actitud totalmente intachable y honesta con los clientes”. 

Al final, después de todo, hablé con nuestra amiga. Incluso, estuvimos unos minutos al lado de su casa comentando lo ocurrido. A pesar de que no dejaba de llorar, traté de animarla y de convencerla de que no se quedase con un mal concepto de los dichosos taxistas. Le aconsejé que, a estos dos tipos, no les dedicase ni siquiera unos pocos segundos de su tiempo, que no se los merecían. Que se fuese a su casa, que intentase dormir algo y descansar. Que seguro que al día siguiente lo vería todo de otra manera y que pensase en ello como una desagradable anécdota por culpa de unos indeseables carentes de personalidad y de principios.

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SIN MUSICA LA VIDA SERIA UN ERROR. - Friedrich Nietzsche -
  • Tema Musical   : Two Sparrows in a Hurricane
  •  Intérprete       :Tanya Tucker
  • Año                 :
  • Género             : Country
  • Título Album     :  
  • Notas              :

Así Pienso. Así te lo he contado. … En Breve,
Nueva Publicación 
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miércoles, 12 de junio de 2013

86. EL TAXI, LOS DEMAS Y YO

“- Te diré una cosa: he aprendido mucho más sobre América montando en taxis que en todas las limusinas del país”. -  Travis (personaje, encarnado por Dustin Hoffman, protagonista en la película Taxi Driver) -
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  • La mayoría de los clientes de un taxi son personas normalitas, como vosotros y como yo.
  • No estoy del todo seguro de que el tratamiento en el blog de alguna de las anécdotas, sea visto de igual manera por unos lectores que por otros.
  • Mi intención es dar a conocer unos hechos, sin emitir un juicio o una valoración sobre determinados comportamientos o procederes de otras personas.

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Próximamente  se van a cumplir diez años desde que comencé a trabajar como conductor de un taxi en la ciudad de Oviedo. A lo largo de todo este tiempo, como es lógico, he realizado un buen número de servicios, con clientes muy dispares: unos mayores; otros jóvenes; algunos, con unas copas de más; también, los modernos y extravagantes; quizás, en ocasiones, los encarados y déspotas; incluso, unos cuantos amargados y con aspecto de estar cansados de vivir; los egoístas que piensan que los demás sólo están para servirles y hacerles reverencias,… En fin, como es de suponer, me imagino que igual que en cualquier trabajo de cara al público. Aquí, en el taxi, te puedes encontrar situaciones y personajes de lo más variopinto. Supongo que la vida sería muy aburrida y monótona si todos fuéramos iguales, de la misma forma de ser. …No obstante y, a pesar de lo dicho, no creáis que pienso que cada cliente que llevo en el taxi es un ser rarito, extraño o mala persona. Ni hablar; la mayoría son como vosotros, como yo, sin ninguna característica reprochable. Educados, amables, comprensibles si ven que has tardado un poquito en llegar, te abonan el servicio correctamente, dándote las gracias,… En definitiva, SON BUENA GENTE, como debe ser.

Operadora de RadioTaxi
Esta entrada pretendo que sea una especie de introducción para otras que irán surgiendo, en las cuales me he propuesto narrar determinadas anécdotas vividas en primera persona durante mi jornada laboral a lo largo de la última década. …¡Qué barbaridad!. ¡Nada menos que diez años!... Algunas, lo vais a ver, han sido graciosas, otras desagradables, también las hubo entrañables (con personas mayores o niños)  e incluso, unas pocas, no muchas, las menos, peligrosas o con un cierto riesgo para mi integridad física.

Es importante que os comente que cada historia de las que aquí voy a contar, lo haré de una forma muy detallada, como a mí me gusta, para una mejor comprensión, para que, al leerla, os hagáis una idea de cómo se ha producido esa situación, pero, a la vez, siendo totalmente respetuoso con las personas y manteniendo por completo su anonimato, sin dar ningún tipo de pista sobre identidades, direcciones o localizaciones. Por supuesto, ninguna de estas anécdotas será escrita con intención de que esté exagerada, haciéndola así más interesante e increíble. Ni que decir tiene que, de ninguna manera será inventada, ni faltando a la verdad sobre lo que realmente ha ocurrido. Así he actuado siempre al redactar cada uno de los post de este blog y no voy a cambiar ahora.

Del mismo modo, si en algún párrafo, donde describo una determinada anécdota, bromeo o trato de explicarla de una forma un tanto graciosa y simpática, lo hago, simplemente, para que su lectura resulte más amena y divertida, no para reírme o mofarme de sus protagonistas. Siempre es bueno y muy sano tener sentido del humor, incluso en aquellas situaciones donde las circunstancias no son las más idóneas para ello. Si tenemos que ponernos tristes y serios, basta con que a diario nos informemos a través de los medios de comunicación. ¡Eso sí que deprime!. No es para menos.

Taxi en la noche
Puede que, incluso, alguna de las historias que voy a publicar, sea un poco delicada por lo que no estoy del todo seguro de que su tratamiento sea visto de igual manera por unos lectores que por otros. Lo que sí me gustaría dejar claro es que mi intención es dar a conocer unos hechos, sin emitir un juicio o una valoración sobre determinados comportamientos o procederes de otros. No es esa, por suerte, mi labor. En todo caso, esto les corresponde a otras personas o instituciones.

El terrorismo, las guerras, la delincuencia organizada, el tráfico y distribución de drogas, la corrupción política, los desahucios, la pornografía y maltrato infantil, los abusos sexuales, la violencia de género, la trata de mujeres o niños, la prostitución,… Todo ello, desgraciadamente, forma parte de la  sociedad en la que nos ha tocado vivir.  Está ahí y de nada sirve esconderse, no querer ni siquiera hablar de ello. No podemos ocultarnos de esto, aunque no nos gusten. Por lo tanto, cualquier asunto, por desagradable que nos resulte, puede y debe ser objeto de debate. Conviene abordarlo y hablar de él. Eso es lo que intento yo en cada una de las entradas de este blog. Por lo tanto, por esta razón, las anécdotas en el taxi, yo, las cuento como han ocurrido, las doy a conocer. ...Así, sin más.









 Así Pienso. Así te lo he contado. … En Breve,
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