miércoles, 15 de abril de 2020

174. LA VIDA QUE SE ENCUENTRA EN SUSPENSO

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Traslado de un enfermo de COVID-19
Esta vida, que lleva un mes suspendida, nos está enseñando lo maravillosa que era antes la normalidad y lo mucho que ya la echamos en falta. Puede ser que nos quedemos sin el amor de nuestra vida, sin libertad de movimientos o de expresión, sin una posición económica o social, sin un trabajo... No importa... Quizás algo que es muy valioso para nosotros lo podamos perder. Como la vida normal y rutinaria de la que antes disfrutábamos... En realidad, no solemos valorar aquello que tenemos hasta que nos quedamos sin ello. Justo en ese momento, nos damos cuenta de su importancia, así como de lo que estaríamos dispuestos a dar para retroceder en el tiempo, para poder recuperar de nuevo lo perdido. Pero, a veces, puede que ya sea demasiado tarde. Así es como somos, vamos por la vida ‘a destiempo’. Solemos reaccionar tardíamente. Tenemos algo bueno y excelente con nosotros pero estamos ciegos, no lo apreciamos en absoluto. Al caer en desgracia, es cuando comienzan las lamentaciones y empezamos a hacernos preguntas, a pensar en los 'porqués'. Nos invade la inseguridad, la angustia y una sensación de añoranza que, puede que en el fondo haga que nos autoengañemos, haciéndonos creer que somos víctimas de las circunstancias o del destino, convenciéndonos de que la vida nos ha jugado una mala pasada, de que todo lo que nos está sucediendo no nos lo merecíamos.

Esta pandemia, el COVID-19, claro que no nos la merecíamos, faltaría más... Llegó de repente, sin previo aviso y sin que nadie la esperase. Lo hizo a traición, por la puerta de atrás. El mundo no estaba preparado para sufrirla pero, al menos, esperemos que se esté aprendiendo lo suficiente como para salir de esto prevenidos y preparados para el caso de que regrese. Algunas fuentes ya advierten de que para otoño volverá. Confiemos que, esta vez, le demos a ese bicho su merecido, antes de que haga tanto daño como el que ha hecho hasta ahora.

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Paco Fernández