viernes, 11 de septiembre de 2015

152. PIENSO, LUEGO, EXISTO. ES DECIR, VIVO

Se me ocurre que reflexionar, pensar, en el sentido más amplio del término, de un modo frecuente y sin obsesiones,  no sólo no puede ser malo, si no más bien, todo lo contrario; tiene que tratarse  de una costumbre altamente beneficiosa para nosotros, como individuos - cada cual, único -, dotados de una parte física y de otra espiritual o interior. De un modo especial, pensar, es bueno para la mente, para nuestro bienestar psíquico, pero así mismo y por extensión,  también se me ocurre, supone un excelente revitalizante para el organismo, para lo físico,  para esa compleja estructura, de la que no nos podemos librar y que a todas partes nos acompaña, constituyendo el cobijo, el soporte de lo que realmente somos como personas, nuestra propia esencia.

Mente y cuerpo, cuerpo y mente. Ambos se complementan y necesitan de una continua actividad, de un sano ejercicio para no "oxidarse", puesto que, debido a una prolongada inacción, uno, corre el riesgo de que alguna de estas dos partes se le atrofien. Tan importante puede ser el ejercicio físico como el psíquico - así lo demuestran gran número de estudios - con vistas a prevenir trastornos de salud en el momento presente o en un futuro.

No es necesario prestar demasiada atención para percibir que muchas personas nunca o casi nunca piensan, que se desplazan por la vida, simplemente, satisfaciendo sus necesidades más primitivas, viviendo al momento, como "zombies", de un modo autómata, egoístamente, sin empatía, sin tener en cuenta a los otros ni a sus problemas y sufrimientos. Suelen vivir, según yo lo veo, de un modo rutinario, aburrido, sin interesarse por nada ni por nadie, sin pensar en otra cosa que no sean ellos mismos y sus intereses. No llegan a percatarse de que existen otras realidades muy diferentes a la suya y que su propia vida se puede enriquecer, simplemente, por conocerlas. No se enteran ni quieren enterarse de nada. En definitiva, no crecen,  no maduran como seres humanos. ¡Una lástima!. ...Para ellos, que se dedican a desaprovechar su existencia a base de ir de un lado para otro, deambulando, mientras sólo disponen  de una vida que es demasiado corta.



miércoles, 2 de septiembre de 2015

151. LA REPUTACIÓN DEL COMUNICADOR

Cualquiera de nosotros, como ciudadanos normalitos que somos, haciendo uso de nuestra libertad de expresión - siempre, respetando a los demás -, podemos opinar sobre un determinado asunto. Eso, por lo general, no tiene trascendencia alguna, aunque esté cargado de una gran dosis de verdad. Simplemente, por decirlo quien lo dice. Sin embargo, si de pronto, a quien se le ocurre divulgar a los cuatro vientos lo mismo, es a un reputado escritor, tal vez, influenciado por determinadas corrientes ideológicas, la situación cambia por completo. Inmediatamente, como ovejas, todo el mundo lo comparte a través de las redes sociales, consiguiendo una gran divulgación y mostrando, a su autor, la mayor de las aprobaciones. Incluso, puede llegar a ser noticia destacada en los medios de comunicación de medio mundo. Poco menos que si hubiese descubierto la dinamita. Se leen muchas tonterías por ahí, algunas contaminadas hasta la saciedad de falta de respeto e intolerancia a una parte importante de los mortales, pero son tomadas, por los demás, al pie de la letra, como si de auténticos y fehacientes dogmas se trataran, simplemente porque han sido redactadas por personajes importantes dentro del mundo literario. En fin, ¡vivir para leer!. O, si se prefiere, recordando aquel viejo refrán popular, "cobrando buena fama y echándose a dormir".


martes, 1 de septiembre de 2015

150. LA ETIQUETA DE UN ASESINO

Un asesino siempre será un asesino. Continuará, sin remedio, siendo un criminal toda la vida, hasta su irremediable muerte. 

Puede arrepentirse de sus hechos, pedir perdón a los familiares de sus víctimas, cumplir con la pena que le haya impuesto la justicia. Pero, aún así, no será capaz de desprenderse de su condición de asesino.

Alguien que ha podido arrebatar a otro ser humano su bien más preciado, su propia vida, jamás podrá hacer "borrón y cuenta nueva". Algunas decisiones, una vez ejecutadas, ya no tienen remedio. No existe reparación posible del mal realizado. El arrepentimiento, siempre tardío, esta bien, pero de nada sirve para las víctimas.

En España, a través de los medios de comunicación, recientemente, hemos conocido a un personaje que ha sido integrante activo de la banda terrorista ETA, en cuyo nombre, según él mismo cuenta, cometió múltiples asesinatos. Se le juzgó y fue sentenciado a 203 años de cárcel, de los cuales, tan sólo cumplió 21, al aplicársele una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Tas su salida de prisión, se ha convertido en un hombre libre y, legalmente, ha cumplido con la sociedad. El tiempo que pasó entre rejas, le permitió  escribir un libro, donde, según dice, se muestra arrepentido de lo que ha hecho, reniega de su pasado terrorista y narra su estancia dentro de la banda. Al oírlo hablar, a uno, le invade una extraña sensación. El tipo, se expresa de tal manera que, en vez del sanguinario verdugo que fue, más parece tratarse de una víctima, una víctima de su etapa juvenil, del sistema imperante en la España de aquellos años o de la sociedad de la época. Según afirma, las circunstancias le obligaron a entrar en ETA. Eso dice. Excusas, todas ellas, para justificar lo injustificable. Lo cierto es que, para hacer lo que hizo, dejando tras de sí la muerte, el dolor y el sufrimiento en gran número de familias, es necesario estar dotado de un alto nivel de odio y de maldad.

Lo vergonzoso y profundamente lamentable, aparte de lo repugnantes que, sin duda, resultan sus asesinatos, es que haya realizado una "tournée" por platós de televisión y por las sedes de grandes medios de comunicación  - incluidos los públicos, los que los todos los españoles pagamos con nuestros impuestos - promocionando su libro. Ha sido entrevistado como si se tratara de una estrella de cine. Incluso, en determinadas ocasiones, algún que otro entrevistador, parecía mostrar cierto grado de comprensión y empatía hacia él.

No pretendo dejar aquí la sensación de que hablo de venganza, de rencor, de pena de muerte; ni siquiera, de cadena perpetua. Simplemente, a cada cual, lo hay que situar en su justo lugar. Estamos hablando, no de un afamado escritor, ni de un sabio o experto profesional, digno de ser escuchado y del que se puede obtener algún tipo de conocimiento. Me parece vomitivo el hecho de que se le permita utilizar un sólo minuto de tiempo para publicitar su libro. Se trata de un asesino, que ha cumplido su pena de cárcel - gracias a las leyes de este país, leyes en las que, ni él,  ni su grupo terroristas, creían -  pero que, mientras viva, llevará siempre como signo identificativo la etiqueta de asesino. No podrá despojarse de ella. Esté donde esté y haga lo que haga. Así de claro.