miércoles, 20 de mayo de 2015

135. LAS ELECCIONES

"En política, querido mío, y vos lo sabéis tan bien como yo, no hay hombres, sino ideas; no sentimientos, sino intereses; en política no se mata a un hombre, sino que se allana un obstáculo."
Alejandro Dumas (1803-1870), escritor francés.
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Los españoles, para dentro de varios días, hemos sido convocados a votar en unas elecciones que, según todos los pronósticos, serán las más reñidas y ajustadas de nuestra historia democrática. Por lo que parece, el bipartidismo PP-PSOE existente hasta la fecha, ha llegado a su fin, entrando en juego otras formaciones políticas, algunas de muy reciente creación. Todo apunta a que en la mayor parte de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos, ningún grupo obtendrá una mayoría suficiente como como para poder gobernar en solitario, por lo que será necesario llegar a algún tipo de pacto entre los distintos partidos. 

Es por ello, por lo que, especialmente en los últimos tiempos, nuestros políticos se están esmerando duramente en convencernos de que los proyectos que tienen preparados sus respectivos grupos son los que más nos convienen, los que nos darán la absoluta felicidad, ayudándonos a vivir mejor, sin privaciones ni sobresaltos que afecten a nuestra ya maltrecha economía, los que lucharán por nuestros derechos y se ocuparán de que no nos falte de nada. ¡La Gloria!. Prometen hasta la extenuación que sus programas - los de cada uno de los partidos -, esos, ni más ni menos, son los mejores para nuestros intereses. Oyéndolos, por separado, al menos por un momento, sin duda alguna, uno puede llegar al convencimiento de que es cierto, de que tienen razón, absolutamente todos, de que nuestra suerte ha cambiado, de que, al fin, la llegada de un Salvador está próxima y no tenemos nada de que preocuparnos. Ellos, los políticos electos, se van a encargar absolutamente de todo. Y harán, claro que lo harán, que Papá Estado funcione como es debido, trabajando por nosotros, por nuestro bienestar. 

Al inicio de la campaña electoral, en todas las ciudades y pueblos del país, se han instalado grandes paneles informativos, con objeto de que todos los partidos políticos pudieran fijar en ellos sus carteles publicitarios. Aún así, a algunos grupos no les ha parecido suficiente, por lo que han decidido utilizar cualquier muro o marquesina en la vía pública para anunciarse, incumpliendo de este modo las órdenes de los ayuntamientos y de la Junta Electoral Central. 

"Las normas están para saltárselas". No estoy muy seguro de que esta frase haya sido pronunciada por una mente "privilegiada" o, simplemente, forme parte de algún dicho popular perpetuado a lo largo de los años. Sea como sea, es una idea que yo no comparto. Más bien, todo lo contrario. Las reglas se aprueban con objeto de que sean respetadas. Son de obligado cumplimiento para todos. Es lamentable que deban existir normas, que sean necesarias. En eso, sí que estoy de acuerdo. Pero, seamos realistas: la legalidad, la honradez, la honestidad,... no son precisamente valores innatos al ser humano, sino el resultado de una educación, de un aprendizaje. En realidad, la gran mayoría de leyes, son totalmente lógicas, de sentido común, dictaminadas con un único propósito: para el disfrute de una sana y pacífica convivencia entre todos nosotros, respetándonos unos a otros. 

Dicho esto, no estaría de más que nos formuláramos la siguiente pregunta: ¿nos debemos fiar de los partidos políticos, de sus candidatos cuando vociferan por doquier lo que saben que gusta oír a su público?. O, mejor aún, ¿debemos fiarnos de algunas formaciones que antes de haber sido elegidas, incluso sin contar aún con representación parlamentaria, se permiten saltarse las leyes, llegando, incluso, en ocasiones, a promover entre sus votantes actividades ilícitas o claramente ilegales según la legislación actualmente vigente?. Mal comienzo es el suyo, cuando ya inician su actividad saltándose las normas, las de su país, un país soberano y democrático, España. Algunos, incluso anuncian sin tapujos que, cuando gobiernen - si llegan a hacerlo, digo yo -, suprimirán tradiciones y costumbres centenarias, muy arraigadas y queridas por la sociedad española, formando parte de nuestra cultura y creencias. Si consiguen llegar al poder, ¿legislaran para los ciudadanos, para beneficio de estos o, simplemente, lo harán teniendo en cuenta sus intereses personales o los de los grupos políticos a los que representan?. Hablan de las “distintas dictaduras” que ha habido hasta el momento, de la que existe actualmente. ¿Acaso quieren implantar la suya propia, hecha a su medida?. La verdad, ¡Para sentir auténtico pánico!. No es de extrañar que algunos personajes públicos - pudientes, claro está - amenacen con emigrar a otros países en caso de gobernar en España determinadas formaciones políticas. Afortunados ellos que pueden hacerlo. Otros no tendrían tanta suerte. Aunque quisieran. 

Ahora bien, el día 24, el próximo domingo, debemos acudir todos - en masa -, acudir a nuestro colegio electoral para depositar en la urna nuestro voto, con el el fin de elegir aquellos que deseamos que sean nuestros representantes durante los próximos cuatro años. Esta vez, quizás con más ganas que nunca, debemos votar. Sin hacernos demasiadas ilusiones, pero votar. ¿...Y, por quién?. Por los menos malos. Por aquellos que, en conciencia, creamos que nos pueden facilitar un poco las cosas y hacernos el menor daño posible. Debemos tener en cuenta de que no existe un grupo político que sea una auténtica panacea. Eso, dejémoslo para los ilusos. Que los hay, ...y muchos. Ojalá acertemos en la elección, porque, si no es así, las lamentaciones y el arrepentimiento, me temo, que de nada servirán.  

Es mi opinión. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Tanto, en un sentido como en otro, agradezco cualquier comentario, lo cual, seguramente, será enriquecedor para mí. Muchas gracias por leerme y un fuerte abrazo. Hasta la próxima entrada, espero que de interés para todos.

PACO FERNANDEZ

miércoles, 13 de mayo de 2015

134. ¡FUERA INDULTOS, ...TODOS!


Estos días, en El Congreso de los Diputados, están debatiendo la posibilidad de suprimir, por ley, los indultos a todas aquellas personas que hayan sido condenadas por delitos de corrupción. También, por pederastia, malos tratos o violaciones. Según se dice, debido, fundamentalmente, a la alarma social que estos hechos despiertan en la ciudadanía. Me parece muy bien que los señores políticos, nuestros representantes, dediquen todo su tiempo y energías a legislar para que determinados delincuentes no gocen de la gracia del un indulto. Pero, yo me pregunto, ¿por qué a estos, a este tipo de delincuentes?. ¿Y los demás reclusos?. ¿No somos todos igual ante la ley?.

En primer lugar, lo de "alarma social" es un concepto demasiado complejo para mi entender, que se le escapa a mi pobre inteligencia. No comprendo como, un delito, puede tener diferente persecución o trató, dependiendo de dicha alarma, es decir, del escándalo que el hecho delictivo, en si mismo, esté provocando en la ciudadanía, así como del reproche que ésta sientan hacia ello. ¿Cómo es posible que un acto cometido ahora por un infractor, deje de ser considerado del mismo modo un tiempo después, simplemente porque "ya no despierta la misma alarma social"?. No se entiende.

Las leyes, todas, están para ser cumplidas. Cada uno de nosotros debe asumir sus responsabilidades, teniendo presente que, si se las salta, la justicia emprenderá acciones contra el. Independientemente del delito cometido, de su gravedad. Se trata de aplicar y hacer cumplir la ley, una ley sobradamente debatida y aprobada en su momento. Otra cosa diferente es que existan – y, realmente, existen – leyes demasiado antiguas, propias de otros tiempos y que sea necesario actualizarlas a la época actual.

No es comprensible que algún cargo público que hace bien poco se enarbolaba como el Robin Hood del siglo XXI, asaltando – incluso con violencia – supermercados, continúe en la calle y en el mismo puesto, un puesto político. Él, que debería ser el primero en cumplir y hacer cumplir las leyes. Es su obligación, la de cualquiera que ocupa un cargo como el suyo. Eso, para mí, eso sí que es un auténtico escándalo, no sólo a nivel nacional, sino internacional.

Insisto, las leyes se aprueban y se redactan para ser cumplidas por todos. 

Es mi opinión. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Tanto, en un sentido como en otro, agradezco cualquier comentario, lo cual, seguramente, será enriquecedor para mí. Muchas gracias por leerme y un fuerte abrazo. Hasta la próxima entrada, espero que de interés para todos. 


jueves, 7 de mayo de 2015

133. PROVOCACIONES A UNA COMUNIDAD, LA MUSULMANA

"El respeto mutuo implica la discreción y la reserva hasta en la ternura, y el cuidado de salvaguardar la mayor parte posible de libertad de aquellos con quienes se convive." Henry F. Amiel (1821-1881), escritor suizo.
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Me pregunto si serán necesarias, una vez más, este tipo de provocaciones. Porque, no nos engañemos, no son más que eso: auténticas y arriesgadas provocaciones. Me estoy refiriendo a la muestra y exhibición de caricaturas del profeta Mahoma en la ciudad de Garland, en el estado de Texas, en EEUU, donde, hace unos días, se han producido varios muertos durante el transcurso de un tiroteo. Como antes de los atentados contra el semanario satírico Charlie Hebdo, en Francia, de nuevo, se ha faltado al respeto a millones de personas que practican una determinada religión y, cuyo profeta, han visto ridiculizado. Desconozco lo que se persigue con ello, si es que algo se persigue, con qué intenciones u objetivos se hace esto. No le veo, ni la utilidad, ni la gracia. Ni una pizca de gracia. No debemos confundir la libertad de expresión con la falta de respeto y el menosprecio a los demás, a sus creencias. Todo tiene un límite. Reírse esta bien; es una actitud saludable y humana, muy humana. Pero, siempre y por encima de todo, respetando a los otros y a sus ideales. Si no se hace así, como ha sido en estas y otras ocasiones - y, ya van demasiadas -, añadido al hecho de que algunos de los que dicen ser practicantes de esa religión son unos auténticos fanáticos capaces de morir matando, simplemente como venganza, nos enfrentamos, con toda seguridad, ante un grave problema. Por eso, me cuesta entender esa insistencia, esa obstinación en burlarse a toda costa de un profeta y, por lo tanto, de sus seguidores. A pesar de conocer el peligro que ello conlleva. Como si no existieran temas en el mundo de los que reírse. A mi modo de ver, se trata de provocar por provocar. Buscar el enfrentamiento, la enemistad con toda la comunidad musulmana y la guerra con los más radicales, con los extremistas.

Todo tipo de desafío u hostigamiento, tanto a nivel personal como colectivo, puede volverse en contra de quien lo pone en práctica, consiguiendo, con ello, unos efectos muy diferentes a los que, en un principio, se perseguían. Tal como yo lo veo, se trata, simplemente, de echar un pulso, de adoptar una actitud de cabezonería. Pero, en casos así, poniendo en riesgo la vida de las personas, el resultado final puede terminar de manera dramática.

Personalmente opino que se debe tener presente en todo momento el viejo dicho: "no hagas a otro lo que no quieras que te hagan". Se sabe que los fanáticos - no todos los musulmanes - utilizan la ofensa recibida como la excusa perfecta para vengarse, para matar y destruir, si es necesario, pereciendo ellos mismos en su acto devastador. Pero, aún sabiéndolo, se les continúa provocando con actos y exhibiciones baratas e inadecuadas.

Por supuesto, lo que estos desalmados hacen, los terroristas - no todos los musulmanes, insisto - no es en absoluto justificable. Su respuesta a estas provocaciones merece el más absoluto de los rechazos por parte de todas las personas de bien. Pero no busquemos el enfrentamiento, utilizando como único argumento la libertad de expresión, una libertad de expresión mal entendida.

Imaginémonos lo mismo con unas caricaturas ridiculizando a Jesucristo. Los cristianos nos sentiríamos ofendidos. Se estaría faltando al respeto, igualmente, a millones de personas, aunque la respuesta, en este caso, no sería la misma, puesto que no hay entre sus miembros - por suerte - este tipo de fanatismo extremista. Independientemente de que uno sea o no creyente, el respeto a los demás y a sus creencias, es un valor siempre necesario en toda persona. Es algo válido y de sentido común para cualquier ideal: religioso, político, etc.
Fundamental para mantener una convivencia en paz. Se trata de vivir y de dejar vivir a los otros.

Es mi opinión. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Tanto, en un sentido como en otro, agradezco cualquier comentario, lo cual seguramente será enriquecedor para mí. Muchas gracias por leerme y un fuerte abrazo. Hasta la próxima entrada, espero que de interés para todos.