martes, 24 de febrero de 2015

128. LA BUSQUEDA DE UNA ABSURDA EXCELENCIA

Como si de la subida al Naranjo de Bulnes (Picu Urriellu) se tratara y a punto estuviera de iniciar el ascenso. Podría afirmar, sin lugar a dudas, que esa es la sensación que tengo a la hora de sentarme y comenzar un nuevo texto, un texto de ficción. Por falta de ideas, desde luego no es. Tengo una gran cantidad de ellas, algunas, puede que la mayoría,  muy buenas. Logro visualizarlas y darles forma, representarlas en mi cabeza con  absoluta precisión, cuidando al máximo los detalles. No obstante, solo se queda en eso, en escenas imaginarias que muy bien pudieran constituir un relato bastante aceptable, por qué no decirlo, un buen relato. A la hora de la verdad, me cuesta plasmarlas, reflejadas en forma de frases y palabras. ¡No lo entiendo!. Puede que mi gran problema sea que me exijo demasiado, que pretendo ser perfecto y eso no es posible. Trató de convencerme a mí mismo de que debo cambiar de rumbo, que estoy intentando seguir un camino equivocado. Es seguro que, incluso los grandes autores necesitan de un borrador, un borrador al cual pulir, pulir, ...y pulir aún más. Hasta conseguir con ello un texto merecedor de ser publicado, digno de ser presentado a los lectores, para que estos disfruten de su lectura y puedan efectuar una valoración del mismo con sentido crítico.

Pero yo no soy un profesional de ningún género literario. Mi intención sólo es escribir, desarrollar este hábito como entretenimiento, como diversión y con el objeto de formarme. Supongo que no sea un caso único, que a otras personas, con mis intenciones e inquietudes por la escritura, les ocurra algo parecido. Necesito alejar de mí esta inseguridad, estas dudas, este afán de perfección, de la búsqueda de lo excelente. Tal vez deba arriesgar más, lanzarme a desarrollar textos y trabajar en ellos intentando hacerlo lo mejor posible pero sin ocuparme de una ansiada e inexistente perfección. Todo en la vida se consigue a base de iniciativas, logrando lo deseado, casi siempre, después de realizar un duro trabajo. A veces, uno acierta. Otras, sin embargo, se equivoca. Pero, precisamente, de estas equivocaciones debemos extraer el mayor de los aprendizajes. Al fin y al cabo, como anteriormente comentaba, esa es una de mis pretensiones: aprender.

Tanto a la hora de redactar una historia - texto de ficción -, como un escrito de opinión o reflexivo, uno necesita aventurarse, poseer una buena dosis de osadía, poner todo su empeño en hacerlo bien, en ir mejorando poco a poco con la práctica, a base de persistir sin pensar, ni por un momento, en el abandono. Intentaré creerme mis propias palabras y ponerme manos a la obra. Espero lograrlo.

Es mi opinión. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Tanto, en un sentido como en otro, agradezco cualquier comentario, lo cual seguramente sera enriquecedor para mi. Muchas gracias por leerme y un fuerte abrazo. Hasta la próxima entrada, espero que de interés para todos.  



jueves, 5 de febrero de 2015

127. COMO SI TE ESTUVIERAS MURIENDO

No siempre resulta sencillo manifestar empatía, ponerse uno en el lugar de otra persona, adoptar su punto de vista y vislumbrar con meridiana claridad un determinado asunto desde su propia perspectiva. Por ejemplo y de una forma muy especial, si nos referimos al padecimiento de una grave enfermedad. Por mucho que nos empeñemos en lograrlo. Una cosa es llegar a  comprender, más o menos, tan complicada situación que, en ocasiones, puede que no exceda más allá del hecho de sentir compasión, y otra, muy diferente, notar y experimentar de verdad su dolencia, lo que pasa por su cabeza, llegar a percibir fuertemente su verdadero sufrimiento, sufrimiento esté que puede ser por partida doble: por el malestar y las consecuencias propias de su mal y, tal vez, también por su familia.

No hace mucho tiempo, una escritora daba un consejo a los que  nos estábamos iniciando en el campo de la creatividad literaria, como aficionados. Decía, más o menos, lo siguiente: "escribe como si te estuvieras muriendo. De este modo, lograrás hacerlo con el máximo dramatismo. Trata de expresarte de tal manera que parezca que tus palabras te salen del alma, de lo más hondo de tu ser, como lo harías si supieras que te queda poco tiempo, que tu vida está a punto de extinguirse. Así, conseguirás ser enormemente impactante, llamar la atención de los lectores, despertando un gran interés por lo que escribes."

Los seres humanos, cualquiera de nosotros, sin excepciones, en ocasiones, nos vemos obligados a pasar por determinadas circunstancias desagradables, con las que, a los demás, no nos es nada fácil identificarnos, al menos, del todo. Algunas experiencias, a no ser que uno mismo las viva en primera persona o le toque verlas muy de cerca, en su entorno más íntimo, son enormemente complicadas de comprender; es muy difícil ponerse en el lugar de quien las está soportando. Y una de esas situaciones, desde luego, tiene que ser el hecho de ver la muerte de cerca, de padecer una seria enfermedad. 

De todos modos, de lo que no me cabe la menor duda, es que quien logra superar con éxito uno de ésos difíciles trances, normalmente (siempre puede haber excepciones, de hecho, las hay), se encuentra mucho más capacitado para comprender el sufrimiento de los demás, bien sea por causa de una enfermedad o por algún espinoso asunto de otra índole. Es más sensible a los problemas ajenos. Los entiende mucho mejor, se encuentra dotado de una mayor empatía. 

Uno, tras superar de un modo exitoso su mala experiencia, tiene que haber aprendido de lo que, por desgracia, le ha tocado vivir. Lo normal es que ello le haga reflexionar, que le ayude a ver la vida con otros ojos, de una manera distinta, apreciando los acontecimientos y vivencias cotidianas – las más pequeñas -, valorándolas mucho más que antes.

Es mi opinión. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Tanto, en un sentido como en otro, agradezco cualquier comentario, lo cual seguramente sera enriquecedor para mi. Muchas gracias por leerme y un fuerte abrazo. Hasta la próxima entrada, espero que de interés para todos.