lunes, 18 de marzo de 2013

82. LA GRAN DIFICULTAD DE SER MAYOR


Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.”. -  Ingmar Bergman, Guionista y director de cine y de teatro sueco  -
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  • ¡Quién es el guapo que no tiene entre sus objetivos vivir por mucho tiempo y ver cómo van creciendo sus hijos o familiares!.
  • Cuando seamos viejos, mayores, como queráis llamarle, el nombre es lo de menos, no sabemos en qué condiciones físicas o psíquicas vamos a estar.
  • Tiene que ser muy triste ver y percibir que, después de todos tus esfuerzos y sacrificios durante toda una vida, ahora, quizás con poco tiempo, los tuyos No Te Quieren.
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Sensibilidad. Según La R.A.E., este término puede tener diferentes acepciones, dependiendo del contexto en el que lo utilicemos. Yo, teniendo en cuenta el tema que voy a tratar en este post, me quedo con la siguiente definición: Propensión natural del hombre a dejarse llevar por los afectos de compasión, humanidad y ternura”.

Empatía. Otro término que,  junto con la sensibilidad, forma parte de los llamados valores humanos. Es la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que un individuo puede sentir. O dicho de otro modo, como mi hijo me comentaba no hace mucho, al llegar del colegio, donde habían estado hablando de esta palabra: “papá, significa ponerse en el lugar del otro, sentir lo que él siente”. …Ni más ni menos, Javi. Eso es. Así de claro. ¡Lo has entendido!.

Personalmente, yo creo que ambas, sensibilidad y empatía, están íntimamente relacionadas entre sí. El sensible a los problemas o padecimientos de otras personas, siente empatía por ellas o hacía ellas. Y al revés, aquel que, en un momento dado, se muestra empático, desde luego, es sensible a algo o a alguien. Se pone en su lugar y le duele lo que le ocurre al otro o siente  lo que le está pasando.

Pareja de mayores
Teniendo esto en cuenta, existen dos colectivos con los cuales yo, personalmente, me siento, de manera muy especial, identificado y grandemente sensible. Son, por una parte los niños y, por otra,  los ancianos. De los primeros ya he publicado algún que otro post y más que habrá, abordado asuntos relacionados con ellos. Sin embargo, lo que deseo tratar hoy, aquí, se refiere a los mayores, a los que engloban la llamada “tercera edad”. Dicho con un enorme respeto, cariño y aprecio, a nuestros viejecitos. A ellos quiero dedicar estos párrafos.

Con todo lo dicho, a ti, que estás haciendo uso de una parte de tu tiempo para leer mi blog, te voy a formular una pregunta muy sencilla y rápida de contestar: No deseo que te sientas incómodo, pero ¿te gustaría llegar a viejo/@?. ¿Quieres vivir muchos años?. Estoy totalmente seguro de que tu respuesta, de manera inmediata, es afirmativa, lo mismo que la del  100%  de todos los demás lectores de esta entrada. ¡A quién no le gusta la vida!. ¡Quién es el guapo que no tiene entre sus objetivos vivir por mucho tiempo y ver cómo van creciendo sus hijos o familiares!. Me atrevería a decir que, incluso, aunque su vida no le sea del todo favorable. La muerte, el final de la vida. En muchos sentidos, sin lugar a dudas, este continúa siendo un tema tabú, del que muchos no quieren ni hablar. Nadie quiere morir. Seguramente por miedo. A todos nos atemoriza la muerte. Posiblemente, entre otras cosas, porque no estamos muy seguros, unos más que otros, de si “al otro lado”, nos encontraremos algo o no. …Solo los suicidas, en un acto, creo yo, de locura, irreflexivamente, aunque sólo sea por un pequeñísimo, un mínimo instante, no quieren continuar aquí. Deciden, por lo tanto, “marcharse”, terminar con todo.

Madre e hija
La gente mayor, los ancianos, tras una larga y a veces complicada vida, suelen tener sus rarezas, sus caprichos y manías. En ocasiones, casi siempre, ciertas  limitaciones físicas y, a veces, psíquicas. Puede que se conviertan en un verdadero “problema”,  muy difícil de afrontar para una familia. Ello ocasiona un cambio de ritmo y de costumbres en el quehacer diario de algunos o de gran parte de los miembros de esta. Especialmente, los que habéis tenido algún ser querido bajo estas condiciones, seguro que entendéis muy bien de lo que estoy hablando.

Yo me considero un gran observador. Seguramente, porque soy sensible a este colectivo, en mi trabajo diario, conduciendo un taxi, suelo ser muy amable y atento con estas personas. Les doy conversación y les escucho, me bajo a abrirles la puerta, si veo que es necesario, … A algunos les noto unas enormes ganas de hablar, de desahogarse, de contarme sus cosas y penurias (a veces, no son tales, pero ellos las ven así, las viven y sufren por ello). En fin, a mí, a un simple taxista, que posiblemente ven por primera vez en su vida y con el que, quizás, no vuelvan a coincidir nunca... Pero yo, suelo ser muy paciente con ellos/@s, aguanto “como todo un campeón”.  Incluso, tras abonarme el servicio, si no impido la circulación con el taxi a otros vehículos, puede que continúen hablándome (de su familia, de con quién viven, de que si el gobierno les ha bajado la pensión, de la crisis, de si se llevan bien con la nuera o el yerno –no es broma, hasta eso me cuentan-, de sus achaques y visitas al médico, …). A mí, no me importa, no tengo prisa. Esto que os estoy comentando, no lo hacen todos pero sí una parte importante de ellos. También, por qué no decirlo, los menos, los “cascarrabias”, que se les ve un cierto grado de amargura, la cual, la hacen pagar a los demás y, claro, como no podía ser de otro modo, al taxista de turno, es decir, a mí. Pero da igual. Suelo comprenderlo y tener mucha paciencia también con este tipo de personas. Me muestro indiferente, como si no me importara. Son casos aislados. Pienso que seguramente tienen demasiados problemas y disgustos en su ya de por sí complicada vida, que les sobrepasa, que no saben o se ven incapaces de llevar.

También me encuentro con personas mayores que padecen una enorme ansiedad e inquietud, nerviosismo;  a veces angustia, desasosiego. Las veo venir. Pronto me doy cuenta de ello. Recuerdo en cierta ocasión, al poco tiempo de comenzar a trabajar con el taxi, a una señora que no llevé ni quiso llevar ninguno de mis compañeros, puesto que tenía una gran agitación. Hablaba prácticamente a gritos, con cara de miedo, de espanto; casi de pavor. Estaba asustada, …muy asustada. Pues bien, deseaba ir a una calle, pero indicaba, insistiendo, que esta se encontraba en una parte de la ciudad, Oviedo, muy diferente a donde está ubicada realmente. A menudo, en mi trabajo diario, no puedo evitar recordar aquella pobre mujer, sus gestos, sus palabras y súplica con un tono de voz demasiado alto, la expresión de su rostro. Por supuesto, la experiencia lo es todo y hoy actuaría de una manera totalmente diferente. Os preguntaréis si la  llevaría. Pues no, rotundamente,  No. Entonces, ¿qué haría?. Lo tengo muy claro. Llamaría a la policía para que se hicieran cargo de ella y buscasen su domicilio y a su familia, si es que la tenía. Nunca la dejaría marcharse sola, si saber ella misma ni donde estaba ni hacía donde iba. Puede, quizás, no lo sé, que  padeciese algún tipo de demencia. Tal vez, Alzheimer.

Bien, termino ya. Solo deseaba expresar a través de esta bitácora, dar a conocer mi punto de vista sobre este asunto que tanto me inquieta, que me conmueve y que pienso que todos deberíamos procurar ser más humanos, más personas. Estoy seguro que compartís esta idea conmigo. Si me permitís, al menos yo, reflexiono de la siguiente manera: Cuando seamos viejos, mayores, como queráis llamarle, el nombre es lo de menos, no sabemos en qué condiciones físicas o psíquicas vamos a estar. Lo que sí tengo claro es que a todos nos gustará recibir atenciones, ciertos mimos y cariño, afecto, especialmente y sobre todo de la familia, de los nuestros. A mi hijo de 9 años me encanta darle besos y abrazos. …Y a él le gusta y me corresponde. 

A ellos, a los mayores, a la llamada segunda infancia, aunque no lo expresen y exterioricen, lo mismo. Les agrada enormemente. ¡A quién no le gusta sentirse querido, apreciado y arropado!. …Pues, a los viejecitos, ...más todavía, mucho más. Porque su vida, en su mayor parte, ahora, está basada en los recuerdos: de su juventud, de su pareja o amigos, …buenos amigos, que ya no están, que todos o la mayoría ya “se han marchado”, que quizás a ellos, siendo mayores, les quede poco tiempo,… Lo siento, esto que escribo, creo que es la realidad. Por favor, que nadie se incomode o se sienta molesto por mis palabras.

Tiene que ser muy triste ver, percibir, darse uno mismo cuenta de que, después de todos tus esfuerzos y sacrificios durante toda una vida, ahora, quizás con poco tiempo por delante, los tuyos te fallan, no te prestan atención ni se ocupan de ti como debieran, es decir y, aunque cueste aceptarlo, NO TE QUIEREN.



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SIN MUSICA LA VIDA SERIA UN ERROR. - Friedrich Nietzsche -
  • Tema Musical  : Piano Concerto Nº 4 in G major; Op. 58
  •  Intérprete        : Ludwing van Beethoven
  • Año                 : 
  • Género            : Clásica
  • Título Album    : 
  • Notas              :

 
Así Pienso. Así te lo he contado. … En Breve,
Nueva Publicación 
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4 comentarios:

  1. Muchas gracias por lo que a mí ya me toca por la edad.
    Estoy jubilada,el mes de mayo cumpliré 65 años y quitándo algunos problemillas físicos me siento estupenda.
    El amor lo necesitamos todos y en cualquier época de nuestra vida.
    Los mayores, tercera edad, jubilatas... el nombre no me importa.
    Saludos

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    1. Totalmente de acuerdo contigo Viky. Muchas gracias por aportar tu opinión.

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  2. Yo espero que lo que has descrito no me toque nunca, con la cantidad de cosas que se hace por los tuyos, sentirse no querido debe ser horrible. Un besazo.

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    1. Eso que tú esperas, lo esperamos todos Tamara. Pero, supongo que los que pasan por ello, nunca lo hubiesen creído, si alguien antes, hace años, les hubiese dicho que eso podía ocurrir. De todos modos, seamos optimistas y eduquemos a nuestros hijos para que tomen el camino correcto en todos los sentidos.

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Paco Fernández