jueves, 15 de septiembre de 2011

3. ANTES DE JUZGAR A LOS DEMAS, MIRATE A TI MISMO.

Desde siempre, creo que los seres humanos, en general, nos hemos empeñado en juzgar a las demás personas ante un comportamiento o una determinada actitud de estas, sin conocer a fondo las circunstancias o eventualidades por las cuales se inclinaban por esa forma de actuar y no por otra. Es algo innato en el hombre: siempre estamos juzgando, valorando, según nuestra opinión, a los otros. Existen personas que son unos auténticos “profesionales”, enjuiciando todo comportamiento, tanto de los conocidos como de los que no. Para ellos, todo es reprochable, censurable; sin pensar, por un momento que, si ellos se mirasen el ombligo, se contemplasen a sí mismos por un momento, quedarían muy mal parados.


Quiero, con este artículo, establecer un momento de reflexión, muy especialmente, sobre las personas que se pueden encontrar en una situación límite, agobiadas de verdad, sin saber qué hacer y con ganas de “ echar a correr “, escapar y desaparecer, con deseos de comenzar una nueva vida en un lugar diferente y lejos de donde han estado hasta ahora. Esta gente, aunque no lo parezca, existe y, sobretodo, en esta época que nos ha tocado vivir con una crisis económico-financiera a nivel mundial que parece no tocar fondo y que cada vez asfixia más, fundamentalmente, a las familias más modestas.

Creo que, en ocasiones, a todos nos ha llamado la atención ver en algunos medios de comunicación casos en los que algunas personas llegaban a materializar sus deseos de esfumarse, de desaparecer, iniciando una nueva andadura en otro lugar. Incluso, algunos, podemos ser conocedores de algún suceso de este tipo.

Nuestra tendencia, casi siempre, suele ser el de emitir un juicio pensando que son raras, infantiles, de no tener " dos dedos de frente "; incluso, algunas veces, podemos inventarnos suposiciones sobre si tendrá deudas, de si habrá conocido a alguien inapropiado, etc. Nuestra inventiva que, por otra parte, según se propaga, se trasforma y se hace más increíble, no tiene límites.

Pues bien, en mi opinión, para poder juzgar el comportamiento ajeno, sobre todo, con graves problemas, antes, es necesario pasar por lo mismo, estar en esa misma situación, ponernos en la piel del que lo padece. Ninguno de nosotros tiene la certeza de saber cómo se comportaría o actuaría ante un mal momento, ante una situación extrema, ante una gran desesperación. Por lo tanto, creo que no tenemos derecho a prejuzgar a los otros al actuar como lo hacen. No conocemos el asunto a fondo y ello nos impide entender totalmente la problemática como para opinar.

Por otra parte, un mismo problema para dos personas diferentes, les hará actuar de forma desigual, según su personalidad, según su punto de vista, según las experiencias por las que ha pasado a lo largo de su vida... Algo que para uno es muy importante y le desespera, para otro, en la misma situación, quizás, lo puede encarar de diferente manera y, en vez de agobiarse, intenta buscar una solución, una salida. … O, simplemente, pide ayuda a un amigo para salir de ese “ mal bache “.

Para terminar, una frase del gran escritor, poeta y dramaturgo irlandés Oscar Wilde (1854-1900) :

“ Si nosotros somos tan dados a juzgar a los demás, es debido a que temblamos por nosotros mismos “.

jueves, 8 de septiembre de 2011

2. ¡¡ DISFRUTA SIEMPRE CON LO QUE HAGAS !!


En general, en esta sociedad y en la época que nos ha tocado vivir, parece como si lo que de verdad se lleva es  hacer muchas cosas en el menor tiempo posible, como si  hubiese que llegar a la meta cuanto antes. Se nos enseña desde edades muy tempranas a  tener la idea de que el que mucho abarca, es el más competente, el más listo. … Pero, esto no es así: debemos hacer las cosas dosificando nuestro tiempo, según nos van llegando.

Es muy bueno y, sobre todo a medio y largo plazo muy saludable, “echar el freno“ de vez en  cuando y continuar avanzando poco a poco, sin agobios. No se trata, pues, de abarcar mucho y rápido, sino de que cada cual haga lo que buenamente pueda según sus posibilidades y, sobre todo, de disfrutar al máximo con ello. Ese debe ser el objetivo de cualquiera de nosotros: el disfrute personal en cada momento de lo que estemos haciendo. De esta forma  hacemos algo bien y, además, somos felices con ello, avanzando, casi sin darnos cuenta, por el camino de la vida. ¡¡ Qué más se puede pedir !!.

1. BIEN POR LOS HOMENAJES A LAS PERSONAS MAYORES


Los seres humanos, a lo largo del curso de nuestra vida, iremos pasando por una serie de situaciones y acontecimientos que no siempre serán agradables. Tendremos buenos momentos pero también los habrá malos, de desanimo, que nos cueste trabajo afrontar. Estas vivencias o situaciones son las que nos permite ir desarrollándonos como personas, madurando, adquiriendo unas experiencias y aprendizajes vitales a las cuales no nos queda más remedio que ir adaptándonos, tanto si son de nuestro agrado como si no, y que nos ayudarán a disfrutar de una mejor y más rica vejez.

A esta, a la vejez, a ser mayores, a tener una avanzada edad, todos nosotros queremos llegar o, por lo menos, eso pretendemos. Pero, pensemos, por un momento, ¿ cómo nos gustaría que esa etapa de nuestra vida trascurriera ? Personalmente creo que lo ideal debería consistir en vivir de una forma muy tranquila, sin sobresaltos ni grandes preocupaciones, disfrutando de la familia, sobretodo de los hijos y de los nietos, si fuera el caso. Llena de paz interior, de alegría y de satisfacción por lo que se ha conseguido, por lo vivido a lo largo de los años, creyéndose cumplidor del papel que nos haya tocado realizar. Sabedor del “ deber cumplido “, siempre dentro del rol que a cada cual nos haya correspondido.

Pero esto, lamentablemente, es la teoría. En la práctica, la mayor parte de la gente mayor suele estar enfrascada en sus recuerdos, en sus añoranzas, en sus problemas de salud o de otro tipo; a veces en soledad, dicen que la peor de las enfermedades, sin sentir la cercanía y el cariño de su familia, bien porque no la tienen o bien porque todos están demasiado ocupados en otros asuntos.

Por eso, desde aquí, quisiera apoyar públicamente la labor que realizan municipios como El Franco y Tapia de Casariego que, desde hace muchos años, vienen homenajeando a la gente mayor durante un día. Lo hacen a pesar de la crisis y sin tener en cuenta el color político que gobierna. Es algo maravilloso y de tener en cuenta. De todas formas, ellos, los mayores, se merecen eso y mucho más; se merecen el reconocimiento, el respeto y el cariño durante los 365 días del año. Este reconocimiento, respeto y cariño sería deseable que comenzase en su casa, en el hogar, con la familia.

A modo de reflexión, quisiera terminar con dos citas. La primera fue pronunciada por el gran cineasta y escritor sueco Ingmar Bergman (1.918 – 2.007 ). Dice así:

Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre y la vista más amplia y serena. “

La segunda cita, de la que podemos extraer que el sentirse UN VIEJO es cuestión de mentalidad, corresponde al orador, escritor y político romano Cicerón ( 106 a.c. - 43 a.c. ). Dice:

Preferiría ser viejo antes de tiempo que serlo antes de la vejez. “