jueves, 27 de octubre de 2011

10. LA PEDRADA QUE NO FUE. ... MENOS MAL.


Si la memoria no me falla, en el Instituto de Tapia de Casariego, estuvimos desde 1.981, año que comenzamos 1º de BUP hasta 1.984, que terminamos COU, realizando la Selectividad en Avilés a mediados del mes de Junio.

¡ Qué maravillosos años aquellos, verdad !. Los recuerdo con mucho cariño. ¡ Tan estupendos y ..., a veces, tan mal aprovechados !. … Bueno, por unos más que por otros pero, de todas formas, mejor no dar nombres. … Ninguno estamos para hablar.

Hay muchos recuerdos y vivencias de estos 4 años en el Instituto pero lo que hoy quiero comentar aquí es algo a lo que nos dedicábamos yo y el grupo con el que salía, formado por unos 4 ó 5 compañeros. La verdad es que con 16 ó 17 años, a veces nos comportábamos de una forma totalmente irresponsable e inconsciente. Pensándolo bien, creo que estamos hoy, aquí y enteros, de puro milagro.

En el barrio de San Blas, allí en Tapia, comenzaba y comienza un pequeño paseo que llega hasta la zona del puerto. Pues bien, al principio de este paseo, podíamos ver una vieja cetárea abandonada y totalmente en ruinas que se encontraba unos metros más abajo y a la cual accedíamos por un camino pendiente y empedrado. Dicha cetárea estaba formada, entre otras cosas, por un pequeño cobertizo en ruinas con las ventanas totalmente rotas y agujeros, más bien grandes, por todas las paredes y el techo. Al lado del mencionado cobertizo existía una especie de entrante sobre la costa, que se había ido formado a lo largo de los años con las mareas y la fuerza de las olas, de manera que constituía como un estanque rodeado por rocas, habiendo incluso un muro de hormigón que tapaba una estrecha entrada.

De todas formas, cuando el mar estaba agitado o en pleamar, en esta zona, en cierto modo cerrada, entraba agua por encima e incluso se colaba algo de basura y en ocasiones, se podía ver algún que otro animal muerto, arrastrado hasta allí desde alta mar.

( En la fotografía que se adjunta, a pesar de ser antigua, nos podemos hacer una idea de cómo era lo que estoy tratando de describir ).

Antigua Cetárea
Pues bien, algunos días, a la hora del recreo, nuestro pasatiempo favorito consistía en desplazarnos a esta zona de la cetárea y, mientras 1 ó 2 bajábamos y tratábamos de refugiarnos en el cobertizo, los demás se dedicaban, desde arriba, a lanzar piedras a los que nos encontrábamos abajo, asomando nosotros, en ocasiones, la cabeza por alguno de los agujeros, simplemente para hacernos los machotes y que nos vieran, provocándolos así para que nos bombardeasen a pedradas. Para nosotros era algo ¡ fascinante !, como un derroche de adrenalina.

Cuanto más grandes fueran las piedras y más ruido hiciesen al impactar con el cobertizo, más nos reímos y nos divertía. Por supuesto, también había que lanzarlas con la mayor fuerza posible e intentar dar en el blanco, es decir, en un compañero. A ser posible, en la cabeza. Nada de bromas. Había que tirar a “ matar “, nada de asustar.

Ufffffff, ¡ Qué suerte tuvimos ... !. No pasó nunca nada porque Dios no lo quiso. Pero bueno, …, ahora, mirándolo desde la distancia en el tiempo, yo personalmente, me doy cuenta de que era una barbaridad y ninguno de nosotros salió herido de puro milagro.

A veces, los pocos años y la inexperiencia, nos hace ser unos irresponsables y no ver el peligro donde sí lo hay. Normalmente, más tarde, ya adultos, vemos este tipo de errores. Lo que pasa es que, en ocasiones puede haber una desgracia y, después, lamentándolo, ya no se soluciona nada. Ya es demasiado tarde y, aunque nos gustaría, no podemos volver atrás.

Próxima publicación, un tema parecido a este,del Instituto de Tapia, titulado " Aterriza como puedas "

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Paco Fernández