miércoles, 26 de octubre de 2011

9. CONVERSACIONES ENTRE PAPA Y JAVI.

Aquel Lunes era mi día de descanso y me encontraba trabajando delante del ordenador cuando oí la puerta de la calle que se abría, reconociendo la voz de mi hijo Javi, de 8 años de edad, hablando con su madre; son ya más de las 5 de la tarde y yo sabía que a esa hora, él, suele llegar hambriento y con ganas de merendar.


Después de dejar la mochila en su habitación y quitarse el uniforme, sustituyéndolo por ropa más cómoda para estar en casa, se dirige a la cocina donde mamá le ha preparado un bocadillo de nocilla con queso y jamón. Mientras comienza a comerlo, viene a verme para saludarme y charlar conmigo. Le encanta contarme cómo le ha ido el día en el cole aunque, a veces, sobre todo cuando tiene Matemáticas, prefiere no hablar de ello, ya que, a Javi, más bien le gustan las asignaturas de letras. Inglés le encanta y Science que, para los que no lo sepan, es lo equivalente a lo que dábamos hace años como Ciencias, pero impartido en Inglés.
Después de saludarme con un beso, se sienta, como le gusta hacer muy a menudo, en mis rodillas y comenzamos a tener una conversación muy interesante, … y muy productiva, diría yo:

- Sabes, papá ... ?, me dijo, mientras masticaba su primer bocado.

- Hoy, en el colegio, en el patio, durante el recreo, 2 niños mayores se pelearon y vino el Jefe de Estudios a hablar con ellos . Se enfureció mucho.

- ¿ Ah, si … ?. ¿Y, por qué se pegaron, hijo ?

- Creo que fue porque uno no quería dejarle al otro el balón de baloncesto.

- Ya, … pero yo creo que ese no es un buen motivo para pelearse. Veras, Javi ..., yo creo que las personas nunca tenemos un buen motivo para pegarnos; estoy convencido de que si hubiesen hablado, sin enfadarse ni gritarse uno al otro, hubiesen encontrado una buena solución y hubiesen terminado jugando los dos juntos con el mismo balón.

- Los desacuerdos, - le dije – nunca se solucionan por la malas -. Entre los seres humanos, siempre podemos hablar de forma civilizada, sin peleas ni gritos. Sólo así se consigue dar con la solución más acertada.

- Cariño, permíteme contarte una historia que hace muchos, muchos años que la leí en algún libro. ¿ Quieres oírla ?.

- ¿ Sí, papá ? ¿ Qué historia es esa ? … Sigue, sigue, …, cuéntamela, - insistió.

- Verás, cariño: Una vez, en un pueblecito muy remoto, una tarde de Otoño, ¡ ya sabes ...!: ...cuando las hojas de los árboles comienzan a caer y nos tenemos que abrigar un poco más porque los días están más fríos, apareciendo las heladas y la nieve, sobre todo en las montañas.

- Pues, bien, ...como te decía. En este pueblecito había un señor que iba caminando por las afueras de aquella aldea perdida, intentando protegerse del viento y de la lluvia. Para ello, se ayudaba de una vieja manta, con la cual envolvía su cuerpo.

- Por otra parte, además de este buen hombre, no se veía a nadie más. Parecía un pueblo fantasma, abandonado. Todos estaban en sus casas resguardados del mal tiempo.

- El caso es que, sin saberlo el señor, tenía dos observadores inesperados.

- ¿ Te imaginas cuales eran, Javi ?, - le pregunté.

- No, papá. ¿ Cuáles ?, - me dijo intrigado.

- Pues, veras hijo: Uno era el Viento y otro era el Sol. Y, lo curioso, ¿ sabes qué era ?; … pues que los dos querían que el hombre que iba envuelto en su manta, se desprendiera de ella, la quitara.

- Y eso ..., ¿ porqué ?, - me preguntó Javi, poniendo carita de gran curiosidad.

- Pues no lo sé, vida, - le respondí -. … Supongo que lo querrían ver sin la manta, ya que era un hombre muy flacucho y muy mayor, con muchas arrugas. Seguro que habría tenido una vida muy complicada y con muchas privaciones allí, en aquel pueblecito perdido entre las montañas.

- ¡ Ya... !. Continua, papa, continua, … - se apresuró a decir.

- Pues bien, el viento, - dije, yo –, empezó a soplar con mucha fuerza y haciendo muchísimo ruido. FUUUUUUUH, FUUUUUUUH, ... FUUUUUUH ... Cada vez con más intensidad, para que el hombre dejara el cobertor que le cubría en el suelo.

- Pero, nada,... no había manera .... Si el viento soplaba más, nuestro hombre, más apretaba con sus débiles manos la manta y se envolvía en ella.

- Entonces, .... de repente, se oye una enorme carcajada que salía del cielo: JA, JA, JA, JA, JAAAAAA, JAAAAAAA, ….

- ¿ Quién era, papá ?. Y, ¿ qué le hacía tanta gracia ? - me dijo rápidamente Javi.

- Pues era el Sol, - le respondí –, que no podía creerse que su compañero, el viento, intentara hacer que aquel hombre se desprendiera de su vieja manta así, que quisiera convencerle de hacer algo de aquella forma.

- Entonces ..., el viento, al oírlo reírse de aquella forma, se sintió muy ofendido y enfadado. De repente, con una enorme voz ronca, potente y fuerte, le dijo:

- ¿ De qué te ríes tú, estúpido ?. ¿ Acaso tú te crees mejor que yo para conseguir que ese hombre haga lo que yo quiero, quitarse la manta ?

- El Sol, miró al viento y, con una leve sonrisa, le dijo:

- Claro que sí. Tú lo has dicho. Yo, el Sol, puedo hacerlo y sin esforzarme nada, -le contestó -.

- Fíjate como lo hago y aprende de mi grandullón - insistió.

- Entonces, el Sol, comenzó a lanzar sobre nuestro hombre una gran cantidad de rayos, … de rayos de sol, ¡ claro !. Estos, eran enviados con gran ternura y cariño, con un profundo amor y de una forma muy suave, de manera que para este hombre eran como caricias, caricias que le enviaba su amigo, el Sol.

- De pronto, el señor, se sintió muy reconfortado, muy a gusto ¿ sabes ?; notó que se encontraba más alegre y animado. Y también, empezó a sentir calor; no veía la necesidad de estar por más tiempo envuelto en su manta, … su vieja manta, ... que llevaba con él toda su vida. Entonces, la quitó de sus hombros, poco a poco y lentamente la fue doblando con mucha suavidad y la puso en el suelo con una gran alegría ya que ahora no tenía frío y sus ansias por abrigarse habían desaparecido.

- ¡ Fíjate Viento !, - exclamó el Sol. Tú con tu fuerza y tu bravura, no conseguiste que hiciera lo que tú querías. Sin embargo, - continuó el Sol -, yo, con mi dulzura, mi ternura y suavidad, sin hacer ningún esfuerzo, lo he logrado.

Una vez, concluida la narración de esta historia y para terminar, yo, con intención de comprobar si Javi había estado atento y lo había entendido todo, le dije:

- Hijo, ¿ qué te parece a ti que podemos nosotros aprender de esta historia tan bonita entre el Viento y el Sol ?.

- Pues, ...veamos papá – me contestó -,.... Yo creo que el Viento intentaba quitarle la manta por las malas al señor y, sin embargo el Sol, prefirió hacerlo por las buenas, sin violencia, con mucho cariño, con gran ternura y suavidad. El resultado fue que ganó el Sol. Luego, … casi podemos decir que EL SOL ERA MAS LISTO.

- Efectivamente, Javi. - le dije -. Es más listo el que no se deja llevar por sus instintos, por impulsos repentinos, el pacífico, el que dialoga, el que trata a los demás con cariño.

- Recuerda esto siempre, hijo: A la violencia con nuestros semejantes, nunca se debe llegar. Siempre hay una solución que se obtiene mediante el diálogo, hablando.

2 comentarios:

  1. Este relato con mi hijo Javi, es ficción, en realidad no ha ocurrido. ... Pero, podría haber ocurrido....

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Paco Fernández